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11 dic 2023

Pepa, en la escuela no me hablaron de ti

Pepa Aurora gobierna en el País de Letras Chinijas Canarias. Es su Guayarmina. Y así lo ha reconocido la Academia Canaria de la Lengua, nombrándola miembro de honor, el uno de diciembre del presente año.

Extracto del artículo publicado en La Provincia.

Ha conquistado un territorio para devolvérselo a sus lectores en forma de cuento, de rima, de poema, de adivinanza, de narración, de historia y de canción. Cuando la escuchas —o lees—, te embriaga su compromiso, audacia y responsabilidad con su objetivo de vida, del que todos formamos parte. Su prosa es tierna y mimosa. El ikigai de Pepa Aurora son sus lectores, a los que ella trata siempre como si no crecieran, porque sabe, que un niño se merece toda la verdad y honestidad.

Yo no tuve la suerte de conocer a Pepa Aurora en la escuela. Tampoco en la universidad, durante mi formación como maestro. Pero me la encontré en los libros, que es donde ella habita en estado natural, pura e irreductible. La vi destilando sus historias en el tayero de la cultura y la educación, del que todos deberíamos beber.

Y como justa Guayarmina, reparte sus ganancias en palabras untadas en pura miel, sin dejar de recordarnos que su canto es del pueblo, y al pueblo ha de volver.

Sigue siendo una maestra que escribe.

Y nunca me ha parecido una escritora que pretenda enseñar. Su literatura huye del trampantojo estético y de la retórica comercial y artificial, para adentrarse en el mundo de los sueños y de la vida, sin rodeos.

Las palabras de Pepa Aurora son como las baldosas amarillas del camino, por el que discurre serena, la literatura infantil Canaria, escrita para despertar a los adultos.

Reivindicar la figura de Pepa Aurora, es también defender una escuela más canaria y comprometida, nuestra habla propia y singular, las bibliotecas como espacios de encuentro y la cultura como una inversión para ser libres.

Artículo publicado en La Provincia, el 9 de diciembre de 2023.

Homenaje a Pepa Aurora realizado por Juan Carlos Saavedra, en su programa «La maleta»:

19 ene 2020

18 años abrazando cuentos.

Ya soy mayor de edad y siento que estoy empezando. Hace 18 años publicada «El susurro de Tara», de la mano del Cabildo de Fuerteventura y el Programa de Animación a la Lectura (PAL) que ellos desarrollaban. Fue Elsa Quesada Aguiar la culpable de todo aquello.

Luego han llegado otros y otras que han hecho que estos dieciochos años sean inolvidables, descubriendo un mundo del que no quiero salir y del que me siento muy orgulloso, que ha configurado mi vida y mi manera de entender la relaciones conmigo mismo y con los demás. Para mí la literatura infantil y la narración oral se han convertido en una manera de vivir, palpitar, caminar, errar, observar, pensar… Gracias, gracias, gracias a todas las personas que han confiado y confían en mí. Que me acompañan. Que me cuidan. Que sienten que los libros no son un simple capricho, ni un entretenimiento banal, ni una circunstancia pasajera. Gracias gracias, gracias a todos y a todas, a los que han compartido conmigo horas de ilusión, de trabajo y de vida.

También, quiero pedir disculpas a todas aquellas personas a las que mi literatura les ha alejado de los libros y les he obligado a dejar de viajar, espero que solo por unos instantes, del trayecto que significa la lectura.

Joaquín Nieto Reguera me hizo una pregunta sencilla: “¿Quieres leer tus cuentos en mi programa de radio?”. Y aún, después de 18 años, sigo aferrado a esa pregunta. Cada libro, cada manuscrito, cada cuento narrado, cada mirada, risas, lágrimas, abandonos, encuentros, miedos, inseguridades y descubrimientos…, es un pequeño paso que doy para contestar esa cuestión que lo transformó todo. Y sí, sí quiero, deseo seguir convirtiendo mi vida en abrazos ilimitados de cuentos.

Gracias a los lectores, a los pequeños y a los grandes, sin ellos nada de esto hubiera sido posible.

Ahora me queda seguir aprendiendo y me queda seguir “no-esperando” nada.

Un abrazo de cuentos.

23 jul 2016

¿Quién hace los libros?

Captura de pantalla 2016-07-22 a las 9.18.13Producir cultura es una inversión que los creadores tienen que recuperar para que puedan, como mínimo, seguir desarrollando su arte. Lo peor es la banalización del producto por parte de un gran sector de la sociedad. Yo me he encontrando con docentes que han fotocopiado alguno de mis libros para su alumnado y te lo cuentan como un triunfo. O a padres diciendo a sus hijos “los libros son caros”, para luego gastarse 18€ en golosinas antes de entrar en una sala de cine.

Una vez, no hace mucho tiempo, una amiga me hacía una reflexión que comparto. Opinaba que las redes sociales han sido un escaparate muy interesante para los creadores, pero que en cierta medida, le quitaba importancia al proceso. Y le doy la razón. Cuando vemos una fotografía no nos paramos a pensar, generalmente, en las horas que ha llevado, en el proceso de edición, de selección… Cuando alguien dice que ha publicado un libro o contado un cuento, no solemos pensar las horas que ha llevado producir ese “producto”. Cuando disfrutamos de un corto de animación que nos emociona, no se nos pasa por la cabeza el tiempo que ha llevado realizarlo. Creo que el equipo del sello Alargalavida (Bilenio Publicaciones) intenta aportar su reflexión con el vídeo «¿Quién hace los libros?».

Si la educación y la cultura es cara, ni te cuento lo que supone la ignorancia.

¿Quién hace los libros? from Alargalavida on Vimeo.

13 ene 2016

Carta de la Infancia a la Literatura.

La foto es de Sandra Franco Álvarez, también escritora, y me ha servido de cabecera a esta carta que encontré, en una pequeña caja de abedul, que guardo celosamente y que hoy deseo compartir con todos ustedes.
La foto es de Sandra Franco Álvarez, también escritora, y me ha servido de cabecera a esta carta que encontré, en una pequeña caja de abedul, que guardo celosamente y que hoy deseo compartir con todos ustedes.

Estimada Literatura:

Quería darte las gracias.

Quería, desde hace años, decirte que las sonrisas han sido carcajadas cuando te descubrí; que los roces se transformaron en caricias y abrazos; que el miedo en alerta; que la desconfianza en seguridad; la mirada en amor y las caídas en aprendizajes.

Me di cuenta que siempre tenías la palabra adecuada; el gesto perfecto, sin disimulo. Me enseñaste la muerte sin maquillajes; la realidad que a veces es cruda y otras dulce. Me mostraste las razas, los colores de piel, los labios, las manos, los pies descalzos, el sexo, el pecho y las heridas, el corazón y las entrañas.

Me diste la mano. Lo sentí aquel día que buscaba entre las páginas respuestas para problemas, algunos aún sin resolver. Me dejaste, para que buscara la complicidad del amigo, de la compañera, de la soledad y del infinito amanecer de las relaciones entre los que nos queremos.

Permitiste que te odiara, que te mandara al carajo una y otra vez, convencida que lo sabía todo. Te critiqué. Te ahogué en el mar de la indiferencia. Te birlé hojas, y con ellas, historias. Pero cuando volví, ahí permanecías tú, Literatura, esperando a que las mariposas desplegaran sus alas.

Ahora sé que no existes para dormirme ni atolondrarme. Existes, Literatura, para despertarme a la vida, a la música de los sentidos, a las melodías de las palabras y a la coreografía permanente de la imaginación.

Quería darte las gracias, Literatura, por permitirme ser Infancia, ayer, hoy y mañana… como las mareas.

Gracias.