Pepa Aurora gobierna en el País de Letras Chinijas Canarias. Es su Guayarmina. Y así lo ha reconocido la Academia Canaria de la Lengua, nombrándola miembro de honor, el uno de diciembre del presente año.
Ha conquistado un territorio para devolvérselo a sus lectores en forma de cuento, de rima, de poema, de adivinanza, de narración, de historia y de canción. Cuando la escuchas —o lees—, te embriaga su compromiso, audacia y responsabilidad con su objetivo de vida, del que todos formamos parte. Su prosa es tierna y mimosa. El ikigai de Pepa Aurora son sus lectores, a los que ella trata siempre como si no crecieran, porque sabe, que un niño se merece toda la verdad y honestidad.
Yo no tuve la suerte de conocer a Pepa Aurora en la escuela. Tampoco en la universidad, durante mi formación como maestro. Pero me la encontré en los libros, que es donde ella habita en estado natural, pura e irreductible. La vi destilando sus historias en el tayero de la cultura y la educación, del que todos deberíamos beber.
Y como justa Guayarmina, reparte sus ganancias en palabras untadas en pura miel, sin dejar de recordarnos que su canto es del pueblo, y al pueblo ha de volver.
Sigue siendo una maestra que escribe.
Y nunca me ha parecido una escritora que pretenda enseñar. Su literatura huye del trampantojo estético y de la retórica comercial y artificial, para adentrarse en el mundo de los sueños y de la vida, sin rodeos.
Las palabras de Pepa Aurora son como las baldosas amarillas del camino, por el que discurre serena, la literatura infantil Canaria, escrita para despertar a los adultos.
Reivindicar la figura de Pepa Aurora, es también defender una escuela más canaria y comprometida, nuestra habla propia y singular, las bibliotecas como espacios de encuentro y la cultura como una inversión para ser libres.
Artículo publicado en La Provincia, el 9 de diciembre de 2023.
Homenaje a Pepa Aurora realizado por Juan Carlos Saavedra, en su programa «La maleta»:

Luego han llegado otros y otras que han hecho que estos dieciochos años sean inolvidables, descubriendo un mundo del que no quiero salir y del que me siento muy orgulloso, que ha configurado mi vida y mi manera de entender la relaciones conmigo mismo y con los demás. Para mí la literatura infantil y la narración oral se han convertido en una manera de vivir, palpitar, caminar, errar, observar, pensar… Gracias, gracias, gracias a todas las personas que han confiado y confían en mí. Que me acompañan. Que me cuidan. Que sienten que los libros no son un simple capricho, ni un entretenimiento banal, ni una circunstancia pasajera. Gracias gracias, gracias a todos y a todas, a los que han compartido conmigo horas de ilusión, de trabajo y de vida.

