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10 ago 2019

Carta 1 a JCL: ¡Glamour!

¡Coño Jose Carlos!:

Lo conseguiste.

Mira:

  • https://www.canarias7.es/sucesos/fallece-un-indigente-en-un-banco-de-leon-y-castillo-YD7731067
  • https://www.canarias7.es/sucesos/jose-carlos-murio-en-soledad-en-un-banco-nadie-deberia-morir-asi-IY7735479
  • https://www.laprovincia.es/las-palmas/2019/08/07/mala-vida-jose-carlos-lujan/1199648.html
  • https://www.laprovincia.es/blogs/azul-atlantico/y-lujan-se-murio-en-la-calle.html

Has sido noticia. Dicen que nadie debería de morir en la calle. Yo que creía que lo importante era vivir, pero parece que estaba equivocado. 

Pero lo has logrado: ¡Felicidades! Te has convertido en un «influencer» por unos días. No te lo termines creyendo, en horas todos se habrán olvidado de nuevo de ti. Volveremos a acelerar el paso cuando nos crucemos contigo o a mirar el móvil vacío, como disimulando, o agacharemos la cabeza. Así que no te prives demasiado. 

¿Sabes? En las aceras en donde viviste, no se quedan las huellas cuando caminas. No es necesario esperar a la marea para que desaparezcan. Así que tranquilo. Tú a lo tuyo. A tu ron. A tus conversaciones y discursos al aire. A tus cartones. A tu mirada perdida, tanto como la mía. Que nada queda. 

Es una pena que te hayas muerto. Ahora te van a peatonalizar tu casa. ¡Con todo el hollín que tragaste! ¡Hubieras estado en la gloria! Y con alfombra roja y todo. Como una estrella de cine o de fútbol, que viven como tu, pero con glamour. Yo creo, y te lo decía, que eso fue lo que te faltó, José Carlos: glamour y una cuenta en instagram. Y vida resuelta. 

Hablando de todo un poco. ¿Qué tal? ¿Cómo se vive por ahí? ¿Es verdad eso que cuentan? Tampoco hace falta que me lo expliques. Tu espérame, pero no insistas en contármelo. Por cierto, yo no suelo rezarle a lo muertos cuando no lo hice en vida, pero contigo, joder, voy a hacer una excepción. Espero que no te importe. 

Como sé que eres un curioso, te vez en cuando te mandaré una carta, así sigues al día de todo lo que ocurre por El Barrio y tu puedes ocuparte de otras cosas o de no hacer nada, que también tiene su mérito. Estar muerto y ocioso al mismo tiempo no debe de ser fácil.

Y por favor, José Carlos, cuídate. Que aquí te dejaste ir un poco.

PD: ¿Esos zapatos son tuyos? Los encontré por tu banco. 

13 ene 2016

Carta de la Infancia a la Literatura.

La foto es de Sandra Franco Álvarez, también escritora, y me ha servido de cabecera a esta carta que encontré, en una pequeña caja de abedul, que guardo celosamente y que hoy deseo compartir con todos ustedes.
La foto es de Sandra Franco Álvarez, también escritora, y me ha servido de cabecera a esta carta que encontré, en una pequeña caja de abedul, que guardo celosamente y que hoy deseo compartir con todos ustedes.

Estimada Literatura:

Quería darte las gracias.

Quería, desde hace años, decirte que las sonrisas han sido carcajadas cuando te descubrí; que los roces se transformaron en caricias y abrazos; que el miedo en alerta; que la desconfianza en seguridad; la mirada en amor y las caídas en aprendizajes.

Me di cuenta que siempre tenías la palabra adecuada; el gesto perfecto, sin disimulo. Me enseñaste la muerte sin maquillajes; la realidad que a veces es cruda y otras dulce. Me mostraste las razas, los colores de piel, los labios, las manos, los pies descalzos, el sexo, el pecho y las heridas, el corazón y las entrañas.

Me diste la mano. Lo sentí aquel día que buscaba entre las páginas respuestas para problemas, algunos aún sin resolver. Me dejaste, para que buscara la complicidad del amigo, de la compañera, de la soledad y del infinito amanecer de las relaciones entre los que nos queremos.

Permitiste que te odiara, que te mandara al carajo una y otra vez, convencida que lo sabía todo. Te critiqué. Te ahogué en el mar de la indiferencia. Te birlé hojas, y con ellas, historias. Pero cuando volví, ahí permanecías tú, Literatura, esperando a que las mariposas desplegaran sus alas.

Ahora sé que no existes para dormirme ni atolondrarme. Existes, Literatura, para despertarme a la vida, a la música de los sentidos, a las melodías de las palabras y a la coreografía permanente de la imaginación.

Quería darte las gracias, Literatura, por permitirme ser Infancia, ayer, hoy y mañana… como las mareas.

Gracias.