31 dic 2020

No quiero olvidarme de la esperanza

No quiero olvidarme de este año de nada.

No quiero olvidarme de todo lo que me han enseñado y de las personas que lo han hecho posible. Porque siempre, detrás estás tú, con tu mochila, más o menos cargada, con tu presencia.

No quiero olvidarme del esfuerzo de tantos profesionales que han dado incluso lo que o tenían para que hoy estemos compartiendo. Tu lucha ha valido la pena.

No quiero olvidarme de los poetas, ni de los músicos, ni de los que el arte es su lenguaje, porque gracias a ellos tenemos miles de excusas para seguirnos encontrando. Tu creatividad me impulsa.

No quiero olvidarme de las oportunidades, porque siempre es posible.

No quiero olvidarme de los mensajes que no contesté y del esfuerzo que te supuso escribirlos. Me acompañaron y mi hicieron sentirme un poco más cerca. Tus deseos llegaron.

No quiero olvidarme de los más de cincuenta mil muertos ni los que anónimamente nos han dejado. Tú eres algo más que un número en la fría estadística.

No quiero olvidarme del silencio que todo lo cura, de la soledad necesaria para saber qué quiero y cómo.

No quiero pensar que todo lo pasado fue mejor o que vendrán mejores días. Quiero seguir viviendo la intensidad el momento, del ahora, que nos regala la vida.

No quiero olvidarme de ti, que siempre me acompañas. Gracias.

No quiero olvidarme de la esperanza.

No quiero olvidarme de este año de nada, soy maestro.
Los maestros no olvidamos, aprendemos.

 

Epílogo:

Una canción: Zamba del olvido, de Jorge Drexler.

Un poema: Donde habite el olvido, de Luis Cernuda.

Una novela: Ensayo sobre la ceguera, José Saramago.

Un libro de poemas: Veinte poemas de amor y una canción desesperada, de Pablo Neruda.

Una escultura: El mirador de la memoria, de Francisco Cedenilla Carrasco.

Un cuadro: Manuel, de Miguel Aguirre.

13 dic 2020

Mi nuevo libro: «El gran fuego»

No se imaginan la emoción que se siente. Aquí está mi nuevo libro: «El gran fuego». Un libro para todos aquellos que creen que formamos parte del mismo bosque y que estamos unidos por raíces invisibles que nos hacen sentirnos uno solo. Cuando una parte del bosque se quema, sufrimos todos. Cuando una parte del bosque reverdece, todos nacemos de nuevo.

El gran fuego está basado en el último gran incendio que asoló la isla de Gran Canaria. Es un libro que escribe a la vida y a la esperanza, a la música y a la amistad.

«El gran fuego» está ilustrado por Dácil Velázquez. Se me acaban los adjetivos, su trabajo está lleno de sensibilidad. Decir que está editado por Bilenio Publicaciones queda demasiado frío. Prefiero decir que dos amigos, Juan Carlos y Verónica, me han acompañado y guiado en el proceso.

GRACIAS a todos los lectores que siguen escuchando mis historias y a los que se acercan por primera vez por la confianza. 

¿Recorremos juntos el bosque de nuestras vidas con «El gran fuego»?

Más información del libro: recursos didácticos, guías de lecturas, etc.: https://elgranfuego.bilenio.com

 

Portada del «El gran fuego»

 

 

 

26 nov 2020

Cristales rotos en los centros educativos canarios

¿Han calculado cuántas horas pasan los niños y las niñas en una escuela? ¿Han calculado el tiempo que están en su habitación? ¿Deseamos que el dormitorio de nuestros hijos e hijas sea un lugar ordenado, limpio y que invite al juego, al sosiego y al descanso? Daniel Martín reflexiona sobre el estado de los colegios en Canarias


En la década de los 90 se publicó el libro «Arreglando Ventanas Rotas», por George L. Kelling y Catherine Coles, un tratado de sociología urbana. Entre otras premisas, los autores exponían que, en un edificio con una ventana rota, si la ventana no se repara, los vándalos tenderán a romper unas cuantas más. Finalmente, quizás hasta irrumpan en el edificio y, si está abandonado, es posible que lo ocupen ellos y que prendan fuego dentro. O si en una acera o una banqueta se acumula algo de basura, pronto más desperdicios se van amontonando; con el tiempo, la gente acaba dejando hasta bolsas de restos de restaurantes de comida rápida.

¿Está ocurriendo en nuestros centros escolares, donde miles de estudiantes de nuestras islas pasan muchas horas al día?

Los colegios dan pena; no se mantienen, se «parchean». No existe un plan de mantenimiento programado y mucho menos un plan de acción en los edificios escolares más vulnerables. Como en todo hay excepciones. Pero basta con visitar los centros. Es así de sencillo.

En los centros de Educación Primaria, son los directores y directoras de los colegios los que deben comunicar a los ayuntamientos cualquier anomalía o desperfecto que se produce en el recinto escolar y, en algunos casos, se les pide una evaluación previa, sin ser técnicos en la materia.

La realidad es que desde que han ido desapareciendo los empleados de los ayuntamientos en los centros escolares que guardaban y vigilaban el inmueble, y han sido sustituidos por agentes de seguridad, la situación estructural de los recintos ha ido a peor.

Posiblemente la solución no sea volver tampoco al punto de partida anterior, pero muchas de las UTE actuales que se encarga de los mantenimientos no llegan y no pueden con todo. En ocasiones, no se no soluciona el problema, sino que se pospone, por lo que se genera un gasto muchísimo mayor a la larga, que en ocasiones deben asumir otras administraciones. Aunque no debemos de olvidarnos: el dinero sale de los mismos bolsillos.

La voluntad política se plasma en los presupuestos, y si no son suficientes con los que actualmente tenemos, debemos aumentarlos.

Nuestros hijos e hijas se merecen estudiar en colegios dignos, en donde las ventanas se abran y cierren bien, donde las persianas funcionen, donde la electricidad no sea un problema, donde no existan humedades, donde las canchas drenen el agua cuando llueve, donde tengamos espacios polivalentes o donde el salón de actos, la biblioteca escolar o el aula de informática no sean un apaño.

Se hace necesario que las administraciones públicas, Ayuntamientos y Gobierno de Canarias, sean capaces de crear sinergias de colaboración y de establecer la coordinación necesaria para que los centros escolares canarios sean los mejores del Estado.

Además, hay espacios que necesitan un plan especial de mantenimiento por su vulnerabilidad, para una mejora conservación y por la riqueza arquitectónica que atesoran.

¿Superarían ahora mismo los centros educativos los controles actualizados en sus instalaciones eléctricas? ¿Se cumple la normativa en las medidas de seguridad y accesibilidad? ¿Qué estamos aprendiendo con la actual situación para corregir errores del pasado y aspirar a tener las mejores instalaciones posibles para nuestro alumnado?

Muchas ventanas rotas quedan aún por reparar.

«Jazz session», un relato de los tantos que componen las palabras para el camino

«Jazz session», un relato de los tantos que componen las palabras para el camino. Por el día de las bibliotecas.

 


Lía empezó a escuchar aquellos ruidos al comienzo de la temporada de lluvias. Así que no le extrañó el repentino crujir del edificio, que protestaba por cada cambio de estación. Inicialmente tampoco le llamó la atención que siempre se produjeran de noche, cuando solo se acostumbraba a oír el lejano y disonante chillido de las gaviotas, al que ya se había habituado hacía siete años, cuando llegó a la isla para trabajar en la biblioteca.

Oyó un afilado gemido y supo que estaban entrando en las salas de lecturas durante la noche. No lo hacían siempre. Las visitas se producían de manera ocasional. Eran dos, porque uno solo no bisbisea, a no ser que estuviera loco, y los tarados en esta isla se tiraban por el acantilado o morían ahogados, pero no entraban a hurtadillas en la única biblioteca del pueblo durante la noche.

Tampoco se atrevió a bajar. Le aterraba lo desconocido, un cuchillo de aire recorría su espalda y dibujaba sobre ella el miedo, que le paralizaba, como cuando me acompañaba a pescar: se le atrofiaban las palabras, se le helaba la lengua, se le encogía el pecho. Lo único que conseguía hacer, era cerrar la puerta por dentro y acurrucarse en la silla, con una manta por encima y una taza caliente de café entre sus manos.

Esa noche lo había preparado. En algunas zonas, los maderos del suelo, con el paso del tiempo y las continuas contracciones, se habían producido pequeñas grietas que le servirían de mirilla. Lo más que podía ocurrir era que se dieran cuenta de que ella los estaba observando. Nada malo le harían: ya lo habrían hecho antes. No faltaba ningún libro. Y todo permanecía igual a la mañana siguiente de como Lía lo había dejado la noche anterior. Así que colocó la alfombra de tal manera que pudiera tenderse sobre ella boca abajo, mirar por el agujero y silenciar sus movimientos.

Eran cerca de la una. Se había quedado dormida. Despertó de repente cuando escuchó como una ventana cedía. Ligeros pasos, murmullos y algunas risas cómplices. Una joven y un muchacho se colaban por el pasillo de la literatura infantil y juvenil.

Le quitó la gorra que dejó caer al suelo y le agarró el pelo; le echó la cabeza hacia atrás y comenzó a besarlo enfuresidamente hasta casi asfixiarlo. Cuando él emitió un quejido, ella separó sus labios y le permitió coger aire, mientras le mordisqueaba el cuello. Él aprovechó ese momento de respiro para meter su mano entre las piernas de la mujer, que separó ligeramente y permitió el paso de los dedos que, cuando tocaron lo que buscaban, la inmovilizó unos segundos; ella cerró los ojos y volvió a lanzarse sobre los labios del muchacho.

Cayeron al suelo y sus cuerpos se ocultaron detrás de la estantería que albergaban las obras de Atanasio de Alejandría, Tomás de Aquino, Karl Rahner y otros teólogos. Lía solo podía ver cómo los pies de los amantes se entrelazaban. Escuchaba pequeños y confusos sonidos que se mezclaban con el contrapunto del alcatraz y el inarmónico canto de la gaviota. Aquel pasional jazz session acabó de repente y se produjo un silencio. La bibliotecaria imaginó un abrazo o una caricia o un beso tibio.

La luz de la luna entraba firme por los grandes ventanales de la planta baja del edificio. Cuando la joven se incorporó, su rostro a contraluz dibujó un perfil inconfundible. Lía sonrió, porque la vida siempre se abría paso en aquel olvidado cacho de tierra, refugio de desheredados que, perseguidos por la soledad, recalaban aquí. Sonrió, porque el amor siempre buscaba una rendija por la que colarse. Sonrió, porque Madrugá, la niña de voz aterciopelada, de mirada tibia, la que siempre llevaba su mano izquierda escondida en el bolsillo del pantalón de lana, ya no lo era. Sonrió, porque se sintió húmeda y supo que el deshielo, por fin, había comenzado por ella y que yo no iba a detenerlo.

 


(Relato extraído del libro «Cinco mil doscientas treinta y nueve palabras para el camino«, publicado por Bilenio Publicaciones con ilustraciones de Álex Falcón)

 

La fotografía del relato de Annie Spratt on Unsplash

 

26 oct 2020

Adelanto de la nueva publicación: «El gran fuego»

Como no sabemos si vamos a poder hacer una presentación como nos gustaría por la actual situación, me atrevo a presentarte por aquí nuestra próxima publicación: «El gran fuego». Es un libro que habla sobre el último incendio que vivió la isla de Gran Canaria y cómo lo vivieron algunos animales horas antes, durante y después del incendio. Estamos trabajando en una web que ahora mismo está en periodo de desarrollo, aunque ya puedes visitar algunos apartados, como por ejemplo, el diccionario botánico: https://elgranfuego.bilenio.com/recursos/diccionario-botanico-2/

Portada del «El gran fuego», de Dácil Velázquez.

También es un libro que tiene mucho que ver con la música. En un momento determinado, los pinos jóvenes que sobrevivieron, cantan a los más viejos…

La interpretación es de Mercedes Emilia Corujo Lafont (voz) y le acompaña José Vicente Pérez Gonzalez al timple y Adrián Niz Cañadas en la guitarra. Ha contado con la coordinación de Florián Ciro Corujo Perdomo y con el ingeniero de sonido Ivanhoe Rodríguez Pérez.

El libro aún no está en las librerías, llegará durante el mes de noviembre. Te informo por si quieres tenerlo en cuenta para tu plan lector o por si quieres que te enseñemos una muestra cuando salga. Si es así, escribe a info@bilenio.com para que la editorial lo tenga en cuenta.

Gracias por leer mis libros y tratarlos siempre con cariño. 

 

 

 

25 oct 2020

Setecientos noventa y nueve alumnos


Te conocí en la Unidad de Cuidados Intensivos. Nos separaban unos metros y una mampara. No te vi. Tampoco yo estaba en condiciones de incorporarme: miraba al techo y te escuchaba. Si no te importa, te voy a llamar Lucía.

Durante una semana estuve oyendo tus lamentaciones que, a modo de contrapunto, acompañaban la melodía inquietante de una orquesta formada por monitores cardiovasculares, medidores de oxígeno, drenajes, sondas pleurales y respiradores. De vez en cuando, en el estribillo de la noche, el goteo de un suero, marcaba el pulso.

Tu voz, Lucía, era firme y radiante. Me sorprendió, mostrabas una energía inusual a pesar de tu edad y de tu estado. En el tiempo en que estuve consciente, no recibiste visitas. Solo el dolor y tus súplicas, pidiendo medicación o algo que beber, resquebrajaban el tono afanado que mostraste en otras ocasiones. Quizás, simplemente, necesitabas acabar con tanta soledad. Te escuché cuando comentaste «no me queda nadie».

Lucía, me contaste que te habías jubilado hacía más de treinta años. Que habías sido maestra; «de las primeras de Educación Infantil», recalcaste. Que no quisiste jubilarte a los sesenta, aunque tenías suficientes cursos de servicio. Que apuraste hasta el final: más de cuarenta años en un aula, dijiste.

Yo hice un cálculo rápido: como mínimo, ochocientos niños y niñas aprendieron contigo.

Yo no te lo quise decir en ese momento, no me parecía lo más apropiado y tampoco soy de los valientes, —ya me empiezas a conocer—, pero aquella sinfonía olía a réquiem y sonaba a gladiolos y claveles. Uno aprende a descifrar los murmullos y miradas del personal sanitario. Y la letra de aquella canción ya estaba escrita y te la dedicaban a ti.

Desde que te dejé en aquel hospital, he querido dibujar tú rostro, Lucía. Te he imaginado en el aula, corriendo detrás de algún alumno y preguntándote al final de cada curso que qué habías hecho para merecerte tanto.

Nadie que no quiera merece morir sola. Y tú no querías. Así que deseo pensar que un chiquillo, de esos ochocientos, te acompañó hasta el último momento, tomando tu mano con decisión, pero sin ejercer ninguna presión, igual que hiciste tú, hace treinta y ocho años atrás, el día que él fue por primera vez al cole, llorando desconsoladamente.

Ya te habrás dado cuenta que aquí nos olvidamos pronto de las heroínas: las enterramos a aplausos. Así que tampoco te preocupes. Todo se andará.

¿Sabes por qué te llamo Lucía? Porque significa dos cosas: «luz» y también «la que nació con la primera luz del día». Ambas acepciones me parecen más que adecuadas, dadas las circunstancias que estamos viviendo. Tú has sido luz y sigues naciendo, con la primera luz del día, cada vez que Mapi, Érika, Alicia, Yazmina, Luli, Rosi, Juana, Mª Nieves, Ana, Verónica, Fátima, Laura, Arminda, Orbe, Mónica, Noelia, Raquel, Rosa Delia, Luz Marina, Inma, Sandra, Lourdes, Hau, Mª del Mar, Marifa, Mayte o Ana, abren la puerta de su aula y reciben con una sonrisa a setecientos noventa y nueve alumnos y alumnas.

Seguro que ellas, también como yo, creen que nadie que no quiera merece morir sola.

 


Imagen de cabecera por William Krause on Unsplash

 

24 oct 2020

«El Tayero» de Pepa Aurora


Según la Academia Canaria de la Lengua, el «mueble u obra de mampostería donde se coloca la talla o el bernegal y generalmente una piedra para destilar el agua», es un tallero. (El «Gran Diccionario del Habla Canaria», de Alfonso ÓShanahan, publicado en 1995 por el Gobierno de Canarias y el C.C.P.C., recoge la acepción «tayero», con y).

En 1987, Pepa Aurora publicaba, coordinaba y escribía el proyecto «El Tayero» con el objetivo, entre otros, de «cultivar la estética del lenguaje» y «acercar al niño —y a la niña—, a su entorno más cercano».

Hace unos días la autora de Gran Canaria, la mujer del sur, la que jugó con las lagartijas en el barranco, la que narró historias de coquitos en Ingenio, la que vivió con las ardillas en Fuerteventura, la hacendosa recuperadora de leyendas y relatos, la que cuenta cuentos y su voz te deja lelo, la que me llamó «chinijo» y me hizo sonreír, la maestra, recibe el premio del Cabildo Insular, con el «Can de Plata a las Artes».

El reconocimiento merecido y tardío a Pepa Aurora es el reconocimiento a la literatura que leen los niños y las niñas que se escribe y edita en Canarias. Es la valoración de la literatura con mayúsculas, producida con sentido y belleza, con delicadeza y pasión, con esfuerzo y dedicación, con cuidado y esmero.

Para escribir literatura infantil y juvenil hay que ser muy honesta con una misma. Y Pepa Aurora lo es cada vez que defiende su habla, su manera de entender la vida y la cultura como espacio de encuentro y transformación y de la educación como medio para llegar al encuentro con la vida.

El tayero destila el agua para que pueda ser consumida. Es lo que nos ha sucedido a muchos de los lectores de los libros de Pepa Aurora: todo queda más claro después, cuando el alma rezuma las páginas de un libro y nace la literatura.

Gracias Pepa.

20 oct 2020

Mariposas negras

Uno de los capítulos más desgarradores del imprescindible libro de Irene Vallejo, «El infinito en un junco: la invención de los libros en el mundo antiguo», es la narración de la destrucción de la Biblioteca de Sarajevo en 1992. Curiosamente, y según cuenta Enric Juliana en La Vanguardia (https://www.lavanguardia.com/politica/20140518/54408044118/hombre-incendio-biblioteca-sarajevo-enric-juliana.html), fue Nikola Koljevic, un profesor de universitario, especializado en la obra de Shakespeare, quién ordenó y dirigió el ataque.

De esa lectura surge este relato: «Mariposas negras». [Descargar archivo]

http://www.danielmartincastellano.com/wp-content/uploads/mariposas-negras.pdf

18 oct 2020

El peligro de comprar libros a tus hijos

A muchos padres y madres les entran unas ganas irrefutables de realizar actividades nuevas con sus hijos e hijas, como por ejemplo llevarle a comprar un libro. Llegado el caso, si culmina la idea, no lo haga de golpe, pues su hijo creerá que está realmente enfermo. Puede aducir lo que desee, pero de verdad, tómeselo con calma.

Primero. Explíquele a su hijo lo que van a hacer. Básicamente se trata de entregar una cantidad de dinero por un objeto realizado con una amasijo de fibras vegetales prensadas, en las que se han podido imprimir dibujos (utilizar el término «ilustraciones» en un primer momento puede ser origen de un shock con severas consecuencias en la adultez de su progenitor) o muchas letras combinadas que, en ocasiones, en muchas más de las que se pueda imaginar, tiene un cierto sentido y nos narra un hecho real o ficticio.

Segundo. No se le ocurra decir expresiones del tipo «el libro es un objeto caro» o «papi y mami se van a gastar mucho dinero». Su vástago podría entrar en conflicto si compara el precio de un libro con lo que usted gastó en el último partido de liga o en probar la última hamburguesa de vaca engordada a base de polietileno, PVC, piensos de materia orgánica sin especificar y hormonas.

Tercero. Cuéntele a su descendiente que el objeto en cuestión requiere tiempo. Que no hay que mojarlo para que crezca de tamaño, ni conectarlo a ningún dispositivo, ni se maneja con un mando, ni se acciona con un dispositivo oculto en algunas de sus páginas. Cuéntele que hay que sentarse, que ya eso requiere un esfuerzo. Cuéntele que puede hacerlo sólo. Cuéntele que no precisa de instrucciones previas ni argumentos extravagantes ni asambleas de padres ni de una tutoría especial. Cuéntele que es así, simple.

Cuarto. Indíquele a su retoño que puede cerrarlo y abrirlo cuanto desee. No se preocupe, él no deducirá esta advertencia como una actitud libertina ni despreocupada por su parte; usted seguirá ejerciendo la responsabilidad que, como padre, le ha sido otorgada. Su retoño no pensará que lo abandona a su suerte. No creerá que nadie le dará las buenas noches ese día. Explíquele que, incluso, puede dejar de utilizarlo en un momento determinado. Usted tranquilo, él no entenderá esta posibilidad de decisión personal como una puerta abierta al pillaje, terrorismo o consumo de sustancias estupefacientes.

Quinto. Adviértale a su heredero que puede escoger el que quiera entre muchos.Que las librerías no son como los conos de papas, que aunque sean todas diferentes saben siempre igual. Y usted descuide, la posibilidad de elegir no va a afectarle a su sistema reproductor.

Sexto. Leer tiene efectos secundarios. Se han descrito degeneraciones importantes en el sistema límbico de los lectores, produciendo alteraciones que conducen a los sujetos hacia emociones placenteras como la alegría, el altruismo o la generosidad. Además, ocasiona un efecto muy peligroso contra el que no se conoce remedio alguno: la ilusión, que es la capacidad de dirigir los sentidos hacia nuestros anhelos más profundos.

Así que ya sabe padre, madre o tutor, hay actividades que pueden ser perjudiciales y debemos saber qué riesgo asumimos.

Dicho queda.

 


Imagen de cabecera de Annie Spratt on Unsplash

7 oct 2020

De dinosaurios a seres luminiscentes: así es el profesorado de la era COVID-19


Artículo de opinión publicado en el Diario de Gran Canaria, el 08/09/2020.

«Los que saben hacer las cosas, las hacen; los que no saben, enseñan a hacerlas; los que no saben enseñar, enseñan a los que enseñan, y los que no saben enseñar a los que enseñan, se meten en política» (Muriel Barbery, 2006)

Parece ser que los docentes no somos tan dinosaurios y hemos sobrevivido; volvemos y estamos dispuestos a seguir manteniendo la escuela en pie, conscientes de nuestra labor educativa y social. Pero la Consejería de Educación ha pasado de buscar fósiles de dinosaurios a enviar a seres luminosos.

La autoridad educativa acaba de descubrir una subespecie de maestros y maestras. Docentes capaces de todo. De convertirse en psicólogos y pedagogos, en ingenieros y arquitectos, en gestores de comedores y doctores en nutrición, en diligentes gestores de los recursos humanos, en trabajadores sociales preocupados y ocupados por los demás, en administradores de fincas, en fabulosos técnicos en prevención de riesgos laborales y doctores en evacuación de edificios públicos y, ahora, en expertos en Covid-19: los equipos directivos.

Hombres y mujeres amparados hasta los dientes con toda clase de equipos de protección individual y poderes desconocidos hasta ahora. Conforman una particular Liga de la Justicia, superhéroes y heroínas que, bajo de la tutela institucional y sindical, han creado The Canary Teachers Academy.

Algunos son capaces de detectar la temperatura de cualquier ser vivo a metros de distancia. Otros, como esos canes que huelen estupefacientes y diversas sustancias prohibidas, olfatean virus y toda clase de enfermedades, provocando incluso aullidos y movimientos compulsivos alrededor del infectado.

Sé de algún miembro de algún equipo directivo que es capaz de visualizar las ondas de banda ancha que configuran las redes wifi y detectar errores, fugas y ataques al sistema informático, incluso antes de que se produzcan. Pueden, además, servir como repetidores de la señal, amplificándola por encima del estándar 802.11b. Sé, a ciencia cierta, que las grandes operadoras de telefonía y comunicación se están interesando por estos sujetos y ya se han puesto en contacto, a través de una incidencia, con la Consejería de Educación. Fuentes militares consultadas siguen también estas extrañas anomalías humanas, por si fuese necesario incorporarlas al servicio activo en algún momento.

Conozco a otros y otras que son capaces de traspasar con su mirada objetos sólidos, detectar fugas de aguas, intrusos indeseados, problemas estructurares… Los hay que tienen el poder de la bilocación, pudiendo estar en un aula resolviendo un conflicto, atendiendo al proveedor de geles hidroalcohólicos y hablando por teléfono a la vez.

¿Quién adivinó que, a siete días de las vacaciones oficiales, la Consejería de Educación divulgaría un protocolo a casi un mes y medio de empezar un curso escolar? ¿Quién supo de antemano que una vez empezado el curso surgirían planes de contingencias? ¿Quién conocía la existencia de un documento de más de cien páginas que se publicaría en medio del inicio de curso para prevenir el contagio de la enfermedad? Estos hombres y mujeres son todos clarividentes sin baraja, sin velas y sin cábalas. Demuestran un poder mental desmesurado, capaces de anticiparse a todo lo que llega.

No duermen. No comen. Viajan en el tiempo. Son diferentes, increíblemente fuertes y astutos, sigilosos y diligentes. Sabios y sabias. Controlan diferentes artes marciales, descodifican códigos ocultos en las cartas institucionales y dominan una decena de idiomas y las artes del protocolo, el C++, C#, Perl, Java, JavaScript e incluso el Haskell y ML.

Sus colegios son más grandes por dentro que por fuera. La materia se rinde y derrite ante ellos.

Pues siento decepciónales. No existen.

La gran mayoría son gente normal, con una alta dosis de locura y vocación, de pasión por la educación y compromiso social. Algunas tienen hijos e hijas y otros, parejas e incluso familiares octogenarios que también están a su cargo. Enferman, lloran, sonríen y se divierten. Se sienten solos y abandonados, pero también protegidos y acompañados por tantos compañeros y compañeras que comparten un disparate compulsivo por la escuela, más conocido como amor, que conforman grupos de convivencia estables que algunos llaman claustros y/o familia.

De poderes psíquicos nada. No tienen capa ni van pijama por las calles saltando de ventana en ventana, ni vuelan, ni se vuelven invisibles, aunque los traten como tal.

Son los equipos directivos, los nuevos iluminados, el guión perfecto para el programa «Crónicas de San Borondón» o el argumento ideal para el nuevo libro de Iker Jiménez.

Querida maestra


Artículo de opinión publicado en el Diario de Gran Canaria

La nota llegó diez años después de que dejara de ser su alumno. La acompañaba con un sencillo ramo de flores y una caja de frutas. Nunca esperó nada. Es verdad que sonrió cuando la leyó y su corazón le dio un pequeño vuelco. Pero nadie se dio cuenta. “Gracias por haber sido mi maestra”, susurró tímidamente.

En unos días muchos docentes recibirán a los alumnos y alumnas de la misma manera, sin esperar ninguna nota. No solo es un trabajo, también es una manera de entender la vida, de entender las relaciones, de comprender el mundo, de analizar todo que nos rodea y ponerle un nombre para que otros lo puedan comprender.

Es una gran responsabilidad porque sabemos lo que nos jugamos todos. Por eso nos duele tanto que muchos responsables de las políticas educativas nos traten con tanto desprecio. ¿Se acuerdan del juego “¡Huevo, araña, puño, caña!”? Tengo la sensación de que en el equipo de abajo siempre estamos los mismos, esperando y viendo caer la que se nos viene encima.

Me he imagino escribiéndole una carta a mi maestro. Me lo he imaginado colocándose las gafas de cerca y balbuceando cada una de mis palabras.

Creo que le daría las gracias por el tiempo que me dedicó, por lo valiente que tuvo que ser para contarle a mis padres lo que él creía y pensaba de mí. Le agradecería aquellas palabras que no entendí pero que con el tiempo cobraron sentido, las horas de trabajo que no vi, los exámenes de conciencia, las reflexiones profundas antes de tomar una decisión, los momentos buscando recursos y las lágrimas que en silencio derramó, porque le pudo la frustración.

Le daría las gracias por aquella canción que me hizo copiar. O por las interminables caligrafías y hojas repletas de operaciones. También por los chistes que contaba.

Ahora con el tiempo me he dado cuenta que se dejaba engañar, que en ocasiones miraba para el otro lado, que nos dejó equivocarnos, caernos y resolver entre nosotros las diferencias. Me di cuenta que siempre supo donde me escondí aquel recreo y que conocía al que rompió el libro que tenía unas fotografías de un hombre y una mujer desnudos. Quizás bastaría con darle las gracias por haber elegido la profesión que eligió.

No lo sé, la verdad.

30 jul 2020

La pirata más feroz del mundo

La pirata más feroz del mundo

La pirata más feroz del mundo.

Editorial: Bilenio Publicaciones
Dimensiones: 21 x 21 cm
ISBN: 978-84-121229-1-6
Páginas: 40 páginas
Edición: 2020

Autor: Daniel Martín Castellano.
Ilustraciones: Dácil Velázquez Padrón

No saben lo feliz que me siento, la satisfecho y lo orgulloso que estoy de este álbum ilustrado. «La pirata más feroz del mundo» por fin ha llegado a las librerías. «La pirata más feroz del mundo» cuenta la historia de una pirata que descubre un barco abandonado en una playa y lo llama «Marzo». Decide arreglarlo y navegar con él. Por el camino se encuentra con personajes que querrán dominarla, tocarla o elegir el rumbo por ella. Pero la pirata tiene un catalejo y sabe a dónde quiere ir, por eso algunos creen que es la pirata más feroz del mundo.

Ilustrado por Dácil Velázquez y publicado por Bilenio Publicaciones, este libro álbum pretende alcanzar puertos lejanos y descubrir nuevas islas. Nos haría mucha ilusión que llegara a tus manos y te subieras a la fragata, con la pirata, y navegaras por los mares de la igualdad y la libertad.

La publicación cuenta con un taller de lectura, una guía para educadores y lectores curiosos: http://la pirata.bilenio.com Además, encontrarás información sobre los autores y de acceder a diferentes recursos: vídeos, música, etc.

Si deseas comprar el libro, puedes hacerlo desde la página de la editorial, www.bilenio.com

La escritora Elizabeth López Caballero, publicó este artículo en La Provincia, sobre nuestra pirata.

Pepa Aurora, narradora y escritora de literatura infantil y juvenil, dice de «La pirata más feroz del mundo»:







 

19 jul 2020

«El secreto de Julián»

En algún momento, siempre nos ocurren experiencias únicas en la vida. Se convierten en un aprendizaje y recuerdas lo que es verdaderamente importante, aquello imprescindible, aquello que es irrenunciable. Sientes cuántas personas te quieren y desean que tu vida siga siendo hermosa y que las fuerzas vuelvan para seguir regalando y dando lo que soy y lo que tengo.

Yo me siento eternamente agradecido y lo hago de la mejor manera que sé: regalándoles este cuento. La ilustración es de Dácil Velázquez, que ilustró perfectamente qué es lo debo seguir haciendo porque, esencialmente, forma parte de mi esencia.

Hace poco más de un mes pude grabarlo, pero ahora pueden descargarlo y compartirlo y volverlo a regalar o leerlo con tu hijo o con tu hija, o con o al alumnado o disfrutarlo en silencio…, lo que quieran.

DESCARGAR EL ARCHIVO: «EL SECRETO DE JULIÁN»

Escuchar la narración:

Un abrazo de cuentos.

30 may 2020

El monstruo. (2º Edición)

El monstruo

El monstruo

Autor: Daniel Martín Castellano.
Ilustrador: Ramón Trigo.
Edita: Lóguez Ediciones (2008).

Primera Edición: 2008
Segunda Edición: 2020

Si quieres comprar el libro, puedes dirigirte a la página web de la editorial, desde el siguiente enlace…

El primer álbum ilustrado de Daniel Martín nos pone en el lugar de dos hermanos que viven con un monstruo: es alto y fuerte y escupe espuma por la boca. Un texto que nos ayudará a reflexionar sobre la violencia que se vive en los hogares.

El monstruo ha sido reconocido. Si quieres conocer las menciones y reconocimientos, haz una visita por la sección de premios y menciones

También puedes:

  • Leer la conferencia de Ángeles Perera que desarrolló durante la presentación del álbum. [descargar]
  • Descargar el documento «Stop a la violencia», con recursos didácticos y actividades para el aula. [descargar]

Video de la adaptación y narración realizada por el Colectivo Légolas:

Narración por el autor:

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14 abr 2020

Proyecto M.A.H.O.: ¡por nuestros mayores!

Hace tres cursos presentamos un proyecto a la Consejería de Educación, Proyecto MAHO, de educación intergeneracional. Queríamos proponer un desarrollo curricular, integrando diferentes generaciones, a través de tareas y aprendizajes basados en proyectos. Un ejemplo muy sencillo: nuestro alumnado preparaba clases de alfabetización digital y nuestros mayores nos enseñaban a cultivar. El CEP, la Inspección Educativa y Política Social nos prestaron su tiempo y atención y aportaron muchas ideas. Pero nunca supimos qué pasó luego… Silencio administrativo. Pero decidimos intentarlo, con nuestros medios. Al fin y al cabo la educación es eso, procurar proporcionar una respuesta vital al alumnado para que podamos integrarnos en nuestra sociedad y hacer que todo seamos más felices. Se lo merece el alumnado, nuestro pueblo de San Lorenzo y nosotros, como docentes. Al principio del camino conocimos a la Fundación Canaria Lidia García. Gracias a ellos hemos podido realizar muchísimas actividades. Han sido muy paciente con nosotros y conmigo… Me encantaría seguir profundizando en todo este trabajo, porque es muy humanizante, mucho, MUCHÍSIMO. Porque la soledad impuesta es la peor enfermedad. Porque algo se retuerce en lo más profundo cuando veo las noticias y escucho como tantas personas mayores están muriendo o sobreviviendo a esta situación. Porque no podemos despreciar tanto saber y tanta vida. La Fundación Canaria Lidia García ha editado un vídeo, hace un tiempo, que quiero compartir con todos ustedes. ¿A qué vale la pena?

9 abr 2020

Diccionario de palabras prohibidas: Ojalá.

Ojalá.

Silvio Rodríguez compuso «Ojalá» en 1969, aunque aparecería en su álbum «Al final de este viaje» (1978). Se la dedicó, según cuenta el cantautor, a su primer gran amor. Por cierto, recomiendo escuchar las versiones del Ismael Serrano, Nahuel Pennisi o la interpretada por la «La Maravillosa Orquesta del Alcohol». «Ojalá que llueva café» (1988) de Juan Luis Guerra y los 4.40, que apareció en un disco que se llamaba igual que el tema, y que se convirtió en un himno a las esperanza y anhelos de un pueblo que buscaba, y busca, una mejora económica y social. Chavela Vargas interpretó el tema de su amigo «Ojalá que te vaya bonito» si no me equivoco en 1994. Hay varias versiones, pero como la de la gran dama Chavela, no he escuchado ninguna. El músico sevillano Beret, canta «Ojalá», de su álbum «Prisma» (2019), una canción que invita a ser fiel a uno mismo.

Ojalá es una interjección o exclamación. La RAE tiene una sola acepción para ella: «Denota vivo deseo de que suceda algo.» Alex Grijelmo, en su libro «La gramática descomplicada», define las exclamaciones como unos granos que le salen a la frase. Me parece muy oportuno. Son unas palabras anárquicas, tienen significado en sí misma, no concuerdan con ningún otro elemento de la oración y aparecen cuando les da la gana, como un grano.

Ojalá es una palabra que llevo años intentando domar. Es esquiva y pícara. Nos posiciona ante los deseos e ilusiones, pero también nos llena la mochila de pesados recuerdos: cosas que no pudimos hacer, proyectos que no acabamos, cuerpos que no besamos o emociones que relegamos para un futuro que casi nunca llegan.

Ojalá en un traspiés cotidiano, en una traba que nos enseñaron para estar continuamente deseando un paraíso perfecto pero inacabado. Nos lo enseñaron y la aprendimos para conformarnos. Para evitar revoluciones. Para que tengamos miedo. Para que estemos en silencio y así podernos pelear con nosotros mismos sin salpicar a nadie.

Ojalá no acompaña al presente. O se lamenta del pasado o se refugia en el futuro. Y somos tan orgullosos como especie, que creemos que podemos dominar el tiempo que pasó o prever el que aún no ha llegado.

Ojalá seamos capaces de encontrar ese equilibro entre los sueños y la frustración. ¡Vaya! La he vuelto a utilizar. ¿Qué les dije? Se mete por todos lados…

4 abr 2020

Paleontología educativa. Incluye respuesta enviada desde el Gabinete de Comunicación.

No suelo utilizar las redes para contestar o vociferar. Lo evito a toda costa. Lo que me gusta es compartir cuentos e historias relacionadas con la literatura. Por cierto, esta tarde tendremos un cuento nuevo… Lo que tengo que decir lo digo personalmente cuando tengo la oportunidad para hacerlo. Pero como usted ha hecho estas declaraciones públicas, me gustaría responderle también de la manera más publica que yo tengo. Y por supuesto, no es desde el enfado, ni desde la discordia. Si lo desea, usted o su equipo sabe cómo localizarme y estoy encantado en trasmitirles propuestas concretas. Como director de un centro público, ya saben en dónde buscarme.

Quizás no es el momento de utilizar ciertos calificativos. Quizás hay ciertas comparaciones que no son del todo acertadas ahora. Yo buceaba, pero jamás se me ocurrió enseñarle a alguien hacerlo, a pesar de mi entusiasmo, mis ganas y que poseyera un equipo «a la última». Eso estaba reservado para los mejores y los que tuviesen más experiencias. A lo mejor, digo yo, tal vez ser un «dinosaurio» es intentar enseñarnos a bucear sin ser buceador o creyéndose que lo es. A lo mejor ser un «dinosaurio» es enviar unas instrucciones a las 15:00, un viernes. A lo mejor, y todo bajo mi ignorancia y desconocimiento de toda la realidad, ser un «dinosaurio» es tratar a todas las enseñanzas por igual, como si dar clases en Educación Infantil sea lo mismo que impartirlas en la Universidad. A lo mejor «dinosaurio» es darle mucha importancia a los «trámites burocráticos», a los informes y no sé qué papeles más en estos momentos, cuando lo que nos preocupan es la salud de nuestro pueblo y el bienestar emocional de nuestro alumnado, familias, vecinos, compañeros, amigos y familiares, y cómo nos va a afectar esta crisis a todos cuando acabe, porque acabará. A lo mejor es de otra época el desconcierto al que hemos estado sometido la comunidad escolar es este tiempo sin saber quién tenía el liderazgo de esta ESCUELA.

Quizás, a lo mejor, sea de la época de los dinosaurios que un 61% del alumnado de mi centro se conecte con un móvil, o que el 21% utilice redes 3G/4G para hacerlo, o que nunca, nunca, nunca, hayamos recibido una partida extraordinaria para tener los equipos al día en los centros escolares y que el dinero de mantenimiento de los mismos tenga que salir del mismo cajón con la que compramos el tan preciado, hoy en día, papel higiénico. A lo mejor veinticuatro equipos que están arrimados porque están obsoletos, los hubiera tenido al día, y se podían haber prestado, a ese 61% de alumnos y alumnas que intentan seguir las tareas a través de una pantalla de un móvil. Pero eso es ahora ciencia ficción.

Esto es nuevo para todos. Estamos aprendiendo día a día. Lo que a mí me ayuda es, por ejemplo, el amor de mis familiares y de mi pareja, un mensaje de calma y ánimo de mi inspector, el abrazo (imaginario, claro) de mis compañeros y compañeras a diario, las palabras de aliento de mis alumnos y alumnas, los esfuerzos de los compañeros y compañeras por seguir construyendo entre todos comunidad escolar y seguir dándole valor a la palabra ESCUELA, el constante apoyo y entusiasta de las familias, los compañeros y compañeras de otros equipos directivos, el apoyo de los compañeros de los CEP… todo esto, y más, conforman unas INSTRUCCIONES REALES y constantes, efectivas, sin victimismos y realistas.

Luego cuando venzamos a este virus que me está poniendo a prueba a diario, ya tendrá tiempo de localizar y señalar a los dinosaurios, que haberlos los hay, aquí y todos los lugares. Seguro que usted conoce a algunos y comparte mesa, mantel y carnet con ellos. A lo mejor, el dinosaurio soy yo, ¡vaya usted a saber!

Yo quiero ofrecerme. Soy el director del CEIP San Lorenzo, un colegio entrañable y pequeño, al que llegué llorando y cuando me vaya me iré de la misma manera. Y me gustaría que contara con nosotros, con los directores y directoras, que estamos hablando con las familias, intentado llegar a nuestro alumnado, animando a nuestros claustros. Nosotros cumpliremos con sus instrucciones, porque somos disciplinados y respetamos nuestro trabajo, pero no somos ilusos ni tenemos ningún complejo. Cuente con nosotros y con nosotras, no se imagina la cantidad de profesionales buenos que hay. Las grandes ideas que están surgiendo a diario. La superación de muchos por hacer algo que jamás han hecho. No nos dé la espalda. Cuente con nosotros y nosotras.

Aquí hay mucha gente que se está jugando su salud en los hospitales, en los supermercados, en las calles… Gente que se siente sola, que está en sus casa solos, que viven y duermen con sus peores enemigos, gente que está rumiando en sus casas cómo reinventarse cuando todo pase, gente enferma que tiene miedo de ir a un hospital, familias separadas, familias sin trabajo… y nosotros LA ESCUELA, los que amamos esta maravillosa y extraordinaria profesión, sabemos la responsabilidad que tenemos, ahora más que nunca.

Vamos a poner en valor lo que estamos haciendo, que ya habrá tiempo de dedicarnos a la paleontología y, entre todos y todas, con más DIÁLOGO que nunca, hacer que nuestra ESCUELA, sea la mejor que podamos tener, por el bien de todos y todas.

Si no le importa, voy a grabar el cuento de hoy, que sé que lo están esperando…


Respuesta enviada por la Oficina de Relaciones con los Medios de Comunicación Consejería de Educación, Universidades, Cultura y Deportes. Gobierno de Canarias».

«Estimado Daniel.

Mi nombre es Sonnia Chinea, soy la jefa del área de Comunicación y Relaciones con los medios de la Consejería de Educación, Universidades, Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias. Le escribo porque he tenido la oportunidad de acceder a su blog y a una entrada en Facebook donde recoge la impresión de pantalla de un post publicado por la Cadena Cope que ha generado comentarios de todo tipo, algunos atacando a la actual titular de este departamento, María José Guerra Palmero, que me veo en la obligación de aclarar.

Usted no tiene por qué saberlo, pero el contenido de la publicación que se ha viralizado en ese pantallazo que adjunta a un texto con su firma, es rotundamente falso. Hay dos titulares y ninguno se corresponde con las declaraciones realizadas por la consejera el pasado viernes en una entrevista concedida a esta emisora.

Tal es así que, si usted acude a la página de Facebook de Cope Canarias ahora a buscar ese mismo post, no lo encontrará porque han rectificado reelaborando el contenido. Y a petición de esta que le escribe, este lunes, 6 de abril, se realizará -a partir de las 7,15h- y en la misma emisora, otra entrevista a la consejera con la intención de que, tanto el entrevistador como la Sra. Guerra Palmero, puedan explicar este desaguisado y que tenga esta última la posibilidad de aclarar los términos en que los que se pronunció.

Tenemos el sonido de esa entrevista, pero convendrá conmigo que a estas alturas, parece imposible parar un fenómeno que tiene como base de propagación un post con un contenido que es una imagen fija que, para decirlo abierta y francamente, es una información falsa.

La consejera en ningún momento dio por terminadas las clases, entre otras cosas, porque no se ha tomado esa decisión y en segundo lugar, tampoco llamó «dinosaurios» a aquellos compañeros y compañeras (ella también es docente) que no estuviesen al día con las nuevas tecnologías. Habló del asunto en el marco de las universidades (no del resto de niveles educativos) y siempre desde la perspectiva de que, de ser así, de existir alguien sin las destrezas digitales necesarias, sería algo anecdótico.

Lo que ocurrió es muy simple: el periodista tituló, de forma tremendamente sesgada, dos informaciones que están generando un daño francamente innecesario. De ahí la petición de rectificación a la cadena.

Se lo traslado para que sepa cuál es la situación dado que su post en las redes sociales o su entrada en el blog ha generado decenas de reacciones y para que, si lo tiene a bien, haga las apreciaciones que estime conveniente. Soy conocedora de que, obviamente, no podía usted estar al tanto de estas cuitas mediáticas, pero en un tiempo que nos exige a todos y todas responsabilidad y sosiego en las intervenciones o gestiones que realizamos, le solicito amablemente, ahora que conoce lo ocurrido, que aclare la situación que ha provocado un texto que, por toda fuente, tiene un contenido falso publicado por un medio de comunicación. Le paso el enlace de la información ya modificada de la Cadena Cope en su perfil de Facebook para que haga las comprobaciones que estime.

Sin otro particular, quiero agradecerle la atención prestada. Me tiene a su disposición para cualquier consulta o dato que necesite aclarar o ampliar.

https://www.cope.es/emisoras/canarias/santa-cruz-de-tenerife/tenerife/noticias/opcion-alargar-curso-hasta-julio-queda-descartada-20200403_668029?fbclid=IwAR1Q1h6Z2H0gQGSfPwW9uLBPjjY5p9xdWvNwl1vM2I0KBNAtwuG4ze3Z9BM

Un saludo cordial.

 

19 ene 2020

18 años abrazando cuentos.

Ya soy mayor de edad y siento que estoy empezando. Hace 18 años publicada «El susurro de Tara», de la mano del Cabildo de Fuerteventura y el Programa de Animación a la Lectura (PAL) que ellos desarrollaban. Fue Elsa Quesada Aguiar la culpable de todo aquello.

Luego han llegado otros y otras que han hecho que estos dieciochos años sean inolvidables, descubriendo un mundo del que no quiero salir y del que me siento muy orgulloso, que ha configurado mi vida y mi manera de entender la relaciones conmigo mismo y con los demás. Para mí la literatura infantil y la narración oral se han convertido en una manera de vivir, palpitar, caminar, errar, observar, pensar… Gracias, gracias, gracias a todas las personas que han confiado y confían en mí. Que me acompañan. Que me cuidan. Que sienten que los libros no son un simple capricho, ni un entretenimiento banal, ni una circunstancia pasajera. Gracias gracias, gracias a todos y a todas, a los que han compartido conmigo horas de ilusión, de trabajo y de vida.

También, quiero pedir disculpas a todas aquellas personas a las que mi literatura les ha alejado de los libros y les he obligado a dejar de viajar, espero que solo por unos instantes, del trayecto que significa la lectura.

Joaquín Nieto Reguera me hizo una pregunta sencilla: “¿Quieres leer tus cuentos en mi programa de radio?”. Y aún, después de 18 años, sigo aferrado a esa pregunta. Cada libro, cada manuscrito, cada cuento narrado, cada mirada, risas, lágrimas, abandonos, encuentros, miedos, inseguridades y descubrimientos…, es un pequeño paso que doy para contestar esa cuestión que lo transformó todo. Y sí, sí quiero, deseo seguir convirtiendo mi vida en abrazos ilimitados de cuentos.

Gracias a los lectores, a los pequeños y a los grandes, sin ellos nada de esto hubiera sido posible.

Ahora me queda seguir aprendiendo y me queda seguir “no-esperando” nada.

Un abrazo de cuentos.

6 ene 2020

El penúltimo beso volao de Juana.

Siempre me dijiste que este cuento era su preferido.
Y ayer decidiste lanzar otro beso volao al aire, el penúltimo.

Los que te conocemos, tenemos la seguridad de que ese beso estará rondando por las vidas de todos los que tuvimos algo que ver contigo.
Recorrerá permanentemente las aulas en las que enseñaste a vivir.
Bailará por los rincones del Juan Ramón Jiménez, tu escuela, una danza interminable.
Visitará los corazones de los cientos de niños y niñas que crecieron contigo.
Será un beso volao libre, sencillo y con una sonrisa inconfundible.

Has ganado el mayor de los premios posibles: tus alumnos y alumnas nunca te olvidarán.

Estás en paz.
Gracias, Juana, un abrazo de cuentos.