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22 nov 2023

«La madera contra el acero», de Carlos González Sosa

Juan Carlos Saavedra, en su programa «La maleta» (Canarias Radio), me invita a compartir las lecturas que me han acompañado estos años, a enseñar mi biblioteca.

No soy crítico literario ni pretendo serlo: sería de las manos. Por eso solo escribo de los libros que me gustan. Es lo que me ocurrió con «La madera contra el acero», del escritor isleño Carlos González Sosa, editado por Bilenio Publicaciones. Narra como dos hombres, en 1402, abandonaron lo que tenían para encontrar el paraíso. En realidad no querían solamente eso. También deseaban poder, dinero y hacerse un hueco en la historia.

Es un libro directo, ágil y con el suficiente bagaje histórico para sentirse atrapado varios siglos atrás; aunque no termina de enredarte ni de distraerte de la lectura con excesivos datos y referencias del pasado, lo que es de agradecer. Es como si encontrarás una madeja y empezaras a tirar del hilo, poco a poco, hasta verte envuelto en esta historia que narra la conquista de Tyterogaka, la actual Lanzarote.

Jean de Béthencourt, Gadifer de La Salle, Guadarfía… te llevarán de la madera al acero, de la lealtad a la traición y de la esclavitud a la libertad. El emocionante recorrido es apto para todos los que quieran saber el horror que supone cualquier conquista, por pequeña que sea.

En ocasiones, los vencidos no lo son tanto, y los vencedores, tienen mucho menos de lo que creen.
«La madera contra el acero» se me antoja de imprescindible lectura. No es libro que yo etiquetaría de novela juvenil; aunque si fuese un profesor de secundaria, no dudaría, ni un instante, en proponerlo como lectura para mis alumnos y alumnas, pero como no lo soy, me conformo con hacerlo a mis amigos y familiares.

Después de leerlo, cuando vuelva a Lanzarote, ya no será de la misma manera.

Carlos González Sosa




1 jul 2018

«Salsipuedes» conquista nuestros corazones.

Acabo de vivir, junto a mis hijos, la representación sobre la conquista de Gran Canaria, representada por la Asociación Cultural «Salsipuedes».

La presentan de la siguiente manera: «Nuestro único objetivo es que después de que asistas a nuestra propuesta, te cautive la historia de nuestras islas. Tú serás el autor de cómo quieres seguirla descubriendo, nosotros te ayudaremos porque continuará. ¡Qué disfrutes!»

Y vamos que si lo disfruté.

Hace año escribía una estrofa de una canción que decía:
«Quiero cantarle al pueblo
que me vio nacer,
porque de él viene el canto,
y a él a de volver».

Y eso fue lo que realmente sentí esta noche. Gente del pueblo contándonos una parte importante de nuestra historia, que nos configura y resalta nuestras señas de identidad, colocándonos en diferentes puntos de vista ante la historia de sangrienta conquista. Lo hacen con profesionalidad sin ser profesionales; con humildad y sencillez, pero con una suma enorme de honestidad. Y eso es lo que se le pide a un artista: que sea sincero con su público. Creo que nadie se ha marchado del Parque de Las Flores, en Arucas, sintiéndose engañado, y eso pone en valor, aún más, todo el trabajo realizado.

Conozco a Carlos Sosa y Juan Gabriel Santiago Casañas, de cuyos libros se inspiraron algunas de las escenas y sé de la labor que realiza Bilenio Publicaciones. Todos suman. Son gente de la cultura, sin más pretensiones que la trabajar para construir un futuro sin olvidar nuestro pasado. Debemos aprender de los errores cometidos, para que las generaciones posteriores puedan vivir en un lugar mejor.

«Salsipuedes» lleva años comprometido por la cultura y con la cultura. Y han preferido pasar a la acción. Hablar es fácil. Pero construir está más cerca de la verdad que todos perseguimos.

Un último apunte, si me lo permiten: no había fuegos artificiales, ni efectos de sonidos, ni decorados ambiciosos, ni recursos digitales, ni equipos monstruosos de sonidos, ni un presupuesto… Puro teatro. Y los jóvenes que me acompañaron y los que allí vi, no pestañeaban. Cuando se une esencia y contenido, sucede la magia que cautiva.

 

24 jul 2017

Por eso hay que leer Datana.

Después de haber leído el segundo libro de la trilogía de Carlos González Sosa (Datana, Ediciones Bilenio, 2017) se me queda un sabor agridulce. Un runruneo que no deja de darme vueltas. No es que está segunda entrega no esté a la altura de la primera. ¡Para nada! Bajo mi punto de vista la supera con creces. Es ágil, sin pausa, pero dejando espacios para que puedas respirar, con un dominio de la escena y de la épica que convierte esta obra (la trilogía completa) en esencial lectura para todos los que quieran conocer mejor y más acertadamente la historia de la conquista de Canarias. Porque, pese a quien le pese, así fue: una invasión premeditada y un exterminio de la cultura isleña organizada y ejecutada desde la lejanía y bajo el amparo de la Fe y el progreso. Una época convulsa, llena de engaños, sangre, violencia y traiciones por ambas partes. En ocasiones nos encontramos con movimientos que intentan negar el genocidio de los pueblos americanos o de las minorías étnicas en Europa o de los judíos en el siglo pasado. Nos echamos manos a la cabeza y pensamos cómo alguien en su sano juicio puede pensar que esas barbaries no ocurrieron. En cambio, aceptamos de buen grado que las conquistas de las islas fueron un paseo de manos a la luz de la luna. Y nada más lejos de la realidad. Y esa aceptación facilita y provoca, una vez más, cada día, una nueva conquista de nuestra manera de entender la vida. No hablo de fronteras, ni naciones, ni parlamentos. Hablo de nuestra relación con la naturaleza; del progreso equilibrado; del mar como fuente de vida, conocimiento y encuentro; de la música; del hecho insular; la acogida permanente; la estética y literatura; de la educación; de nuestra mirada atlántica… Territorios que descuidamos y dejamos en manos ajenas, como si no nos pertenecieran o formaran parte de ajenos. Y lo permitimos, como otras tantas veces, mirando para otro lado.  Por eso hay que leer Datana.