Para el CEIP Aguere (La Laguna), y para la maestra Omaira Morales López.
La lectura de un libro en el aula puede ser causa de infinitas sensaciones y puede provocar vivencias transformadoras para el alumnado. Hay varias claves. Una de ellas es la elección del libro y que éste conecte, en ocasiones con fortuna, con los lectores. Pero creo que hay una circunstancia que es esencial y marca la diferencia: la figura del docente.
Este mes ha sido intenso, divertido y lleno de emociones. Vamos a empezar por lo último que ocurrió. El CEIP César Manrique, en el Pto de la Cruz, Tenerife, tuvo la deferencia de convertirme en el autor de este curso y su alumnado se ha encontrado con algunas de mis obras. Muy feliz y muy agradecido. Eligieron una de mis frases preferidas para decorar la entrada del centro: «UN ABRAZO DE CUENTOS». Me parece que es una definición genial, que ilustra lo que significa para mí la literatura infantil. GRACIAS a toda la comunidad educativa, en especial a Zulay Gutierrez Rojas por su dedicación y esfuerzo.
La clase de 4º de Primaria del Colegio Juan Ramón Jiménez apadrinaron la presentación de «Los Invencibles en la Operación Palomo». Participaron también el proceso de producción del libro, fue muy especial para todos nosotros.
Se dio una casualidad, de esas que son maravillosas: en el mismo momento de la presentación unos niños se percataron que ellos me habían presentado también mi álbum ilustrado «La Gota» cuando estaban en Educación Infantil, seis años atrás.
Tantas casualidades se merecía una respuesta diferente. Así que nos pusimos a trabajar en unos textos, veintiséis para ser más exactos, uno para cada alumno y alumna. Y los metimos en una pequeña caja, como un tesoro…
A cada uno le regalé el principio de una historia, de un relato…
Desprenderse de esos cuentos ha sido muy gratificante: estoy seguro que surgirán otros nuevos de esas “Cuencajas”.
Siempre comienzo mis visitas de autor dando las gracias tres veces.
La primera por invitarme a su centro para compartir sus lecturas conmigo.
Otra, por leerme y, de alguna manera, despojarme de la propiedad de mis historias.
Y una tercera por acogerme y recibirme, como si tuviera algo interesante que contar.
He tenido la oportunidad de recorrer muchos centros como autor; de vivir de primera mano la experiencia que se siente de compartir la ilusión de un libro; el encuentro del hacedor de la historia que emocionó, del relato que sembró dudas, con el lector. Personalmente creo que es un momento importante, o por lo menos yo lo considero así, y de mucha responsabilidad.
No es un simple encuentro en donde se «entrevista» a un escritor. Si se queda sólo en eso, hemos minimizado las posibilidades de convertir ese momento en un espacio para el desarrollo de la crítica literaria, que es un ejercicio digno, que desarrolla el pensamiento crítico y ayuda al alumnado a construir su propia escala de valores; en definitiva, le ayuda a decidir y elegir con criterios, para que no crea que todo vale, que todo es bueno y que está obligado a consumir cualquier cosa.
Además de dar las gracias a los centros que me han invitado durante estos cursos pasados, me he propuesto reflexionar y escribir sobre qué significa y cómo podemos hacer de las visitas de autor un momento de aprendizaje y de desarrollo de las competencias claves en educación, sin que pierda la magia y la ilusión.
El escritor es para el lector un héroe, porque le ha dado la posibilidad de convertirse en protagonista de su propia historia. Y eso sólo ocurre cuando nos enamoramos.
Hace unas semanas visité el Colegio Brains Las Palmas. Agradecerles a la dirección del centro y a los compañeros y compañeras la confianza que ha depositado en mi desde hace años. Me invitaron tras la lectura de «Grejo y el mar» por parte del alumnado de 3ª de Primaria. Es un libro que publiqué en el 2010. La historia transcurre en el en barrio de Sardina del Norte, Gáldar. Y cuenta la aventuras de Jorge y cómo se transforma en Grejo.
A los niños y a las niñas les interesa muchísimo cómo fue se escribió el libro. Sin revelar ninguna de las sorpresas del texto, les contaré que les propuse a un grupo de amigos y amigas que me dijeran en qué animal marino le gustaría convertirse. Y así fue como todos aparecieron en el libro… Un juego muy divertido, un reto que me impuse, que salió como salió…
Parece que a estos tres amigos les gustó como quedó, y después de muchos años, es la primera vez que me encuentro con esta sorpresa:
Espero, dentro de dos años, poder firmar en el hueco que queda abajo a la derecha.
Gracias al Colegio Brains Las Palmas por entender que los encuentros con los autores, humaniza la literatura.