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22 jun 2021

La primera maestra

«La primera maestra» es un texto y una historia que dedico a todos los docentes, porque se lo merecen y porque me siento muy orgulloso de mi profesión.

Además, a esta historia le guardo un especial cariño, porque fue un punto de inflexión en mi manera de entender la narración, como algo libre, abierto y que debería devolverse como se ha tomado.

 

 

7 oct 2020

Querida maestra


Artículo de opinión publicado en el Diario de Gran Canaria

La nota llegó diez años después de que dejara de ser su alumno. La acompañaba con un sencillo ramo de flores y una caja de frutas. Nunca esperó nada. Es verdad que sonrió cuando la leyó y su corazón le dio un pequeño vuelco. Pero nadie se dio cuenta. “Gracias por haber sido mi maestra”, susurró tímidamente.

En unos días muchos docentes recibirán a los alumnos y alumnas de la misma manera, sin esperar ninguna nota. No solo es un trabajo, también es una manera de entender la vida, de entender las relaciones, de comprender el mundo, de analizar todo que nos rodea y ponerle un nombre para que otros lo puedan comprender.

Es una gran responsabilidad porque sabemos lo que nos jugamos todos. Por eso nos duele tanto que muchos responsables de las políticas educativas nos traten con tanto desprecio. ¿Se acuerdan del juego “¡Huevo, araña, puño, caña!”? Tengo la sensación de que en el equipo de abajo siempre estamos los mismos, esperando y viendo caer la que se nos viene encima.

Me he imagino escribiéndole una carta a mi maestro. Me lo he imaginado colocándose las gafas de cerca y balbuceando cada una de mis palabras.

Creo que le daría las gracias por el tiempo que me dedicó, por lo valiente que tuvo que ser para contarle a mis padres lo que él creía y pensaba de mí. Le agradecería aquellas palabras que no entendí pero que con el tiempo cobraron sentido, las horas de trabajo que no vi, los exámenes de conciencia, las reflexiones profundas antes de tomar una decisión, los momentos buscando recursos y las lágrimas que en silencio derramó, porque le pudo la frustración.

Le daría las gracias por aquella canción que me hizo copiar. O por las interminables caligrafías y hojas repletas de operaciones. También por los chistes que contaba.

Ahora con el tiempo me he dado cuenta que se dejaba engañar, que en ocasiones miraba para el otro lado, que nos dejó equivocarnos, caernos y resolver entre nosotros las diferencias. Me di cuenta que siempre supo donde me escondí aquel recreo y que conocía al que rompió el libro que tenía unas fotografías de un hombre y una mujer desnudos. Quizás bastaría con darle las gracias por haber elegido la profesión que eligió.

No lo sé, la verdad.

29 ago 2016

Tengo la mejor profesión del mundo.

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Estudiar psicología no te convierte en psicólogo. Estudiar derecho no te hace abogado. Estudiar en la Escuela de Formación del Profesorado, no te transforma en maestro.

Yo creo, y siento, sin parecer desmesurado, que tengo la mejor profesión del mundo. 

Hay que sentirlo. O la amas o terminas vegetando en torno a tres ideas que aprendiste hace unas décadas y no dejas de repetirlas, como un eco lejano. Por el contrario, la pasión por tu vocación te lleva a la formación continua y a buscar respuestas constantes, a no tener miedo al cambio, a abandonar tu zona de confort y a convertir los errores en oportunidades. Este esfuerzo personal termina por cristalizar, tarde o temprano, y surge el líder pedagógico y personal: capaz de proponer retos, de acompañar y de enseñar al alumnado a gestionar sus ilusiones y pretensiones.

No se trata de tener el mejor atrezzo, ni de convertirse en el solista del Coro Mayor del Reino con cacareos en tonos mayores, ni de buscar un reconocimiento en esta tragicomedia de sistema en el que estamos metidos. Más bien todo lo contrario. El maestro convierte en protagonista a sus alumnos; es silencioso y hace mejor a su equipo.

El gran fracaso de la sociedad y de los responsables de las políticas educativas es no reconocer ni proteger a los líderes pedagógicos, abandonarlos a su suerte y, en la mayoría de los casos, aburrirlos con tantos vaivenes legislativos y normativos. ¿Serán (seremos) capaces de invertir la situación?

Yo a aprender de los silenciosos, a escuchar muchísimo y a sonreír más.

¡Feliz curso y buena suerte a todos!