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29 sept 2023

No es lo mismo tirar…

A lo mejor, se tomaron en serio la frase que Cervantes puso en boca de don Quijote: «Y así, del poco dormir y del mucho leer, se le secó el cerebro».

Hace unos días me enviaron unas imágenes que han estado circulando por grupos de una conocida aplicación de mensajería. Yo no he querido publicar la imagen donde aparece el nombre del colegio.

Es normal que cualquier biblioteca realice un expurgo de sus fondos. Pero todo procedimiento tiene unos criterios, sobre todo si esos fondos son adquiridos con dinero público.

La ignorancia, el desconocimiento, la falta de formación o la osadía, hace, además, que se puedan cometer errores. Hace unos años pude rescatar los dos ejemplares de Julio Camarera, «Cuentos de los siete vientos», porque un iluminado modernista de la educación supuso que no tenía ningún valor. Quizás no le gustó la portada o no encontró la manera de conectarlo a la red wifi.

Los libros que yo he escrito y he podido identificar en esas cajas no tienen ningún valor literario. Pero, ¿ocurre lo mismo, por ejemplo, con «La lagartija escurridiza», de Pepa Aurora? ¿Saben que Pepa Aurora es una de las autoras de literatura infantil canaria más leída en los países americanos?

A mí, como a muchos compañeros, esos libros nos hubiese venido muy bien. Yo les hubiese dado una segunda, tercera y tantas vidas como los gatos de los cuentos. Los hubiera utilizado para que mis alumnos y alumnas leyesen; hubieran servido como biblioteca de aula; los hubiese regalado en el edificio en donde vivo (en ocasiones dejo algún libro en las puertas de las casas donde sé que viven niños).

Y si aun así, si deciden tirarlos, por lo menos meterlos en un contenedor de papel; regalarlos a las tiendas de segunda mano o a alguna organización solidaria; o donarlos a colectivos vecinales o simplemente coger un teléfono —igual que lo han hecho tantas veces para que vaya a realizar actividades con las familias o el alumnado— y ofrecérmelos.

Pienso en las horas que ha dedicado las compañeras en los cursos anteriores a la biblioteca del centro, en las reuniones de coordinación y los momentos de formación. Ese tiempo, nos guste o no, también es un tiempo de todos. Quizás sea verdad que los docentes andamos sin rumbo ni dirección, buscando un lugar propio y no un espacio común.

Estoy triste.

La cultura se crea, se protege y se transforma.

No se tira.

 

3 abr 2022

Juan Carlos Alonso, un director con conciencia.

Juan Carlos es un romántico de la educación, un idealista que no tiene reparo en utilizar términos como «amor», «transformación», «alma», «lágrimas» … cuando habla de su centro.

Tiene claro que las personas están en el centro de su acción educativa y que el amor es el impulso de las acciones que realmente transforma. También, que el profesorado es el camino, la vía y el ejemplo para conseguir los objetivos propuestos. Echa en falta que los principios, que son la base de los proyectos educativos, se hayan diluido en el «hacer» olvidándonos del «ser».

Alonso piensa «que nos hemos olvidado de la esencia». Para él es importante saber «qué tipo de ciudadanos queremos formar, a dónde queremos llegar con el alumnado y eso parece que se ha diluido, que ya no es importante, ahora lo que importa es hacer cosas…».

En ocasiones expresó que, en muchos centros, los docentes se comportan como islas y no como archipiélagos. Cada aula es un espacio único, pero en un centro educativo es, además, un lugar común. Por eso, es necesario el consenso de los valores educativos entre los maestros y maestras: «porque realmente esos valores son las raíces de nuestro árbol (…), y con lo mejor de nosotros mismos nutrir esas raíces, esos valores, y poder llegar una visión compartida de la escuela».

El centro escolar no es sólo el lugar donde los niños van a aprender. Alonso considera que también aprende el profesorado, aprenden las familias, aprende el personal administrativo y de servicios… «Y si nosotros tuviéramos esa conciencia», añade, «a lo mejor estaríamos hablando del cambio de la escuela». Sabe de la importancia de la pasión, pero también reconoce la importancia de la formación, de la perseverancia, de la serenidad y del diálogo para trazar un camino común.

Hablar con Juan Carlos es como abrir las compuertas de una presa: el agua mueve las turbinas, aparece la energía, la luz, la emoción, la vida, la pasión y la calma. Aquí te dejo el podcast:

25 oct 2020

Setecientos noventa y nueve alumnos


Te conocí en la Unidad de Cuidados Intensivos. Nos separaban unos metros y una mampara. No te vi. Tampoco yo estaba en condiciones de incorporarme: miraba al techo y te escuchaba. Si no te importa, te voy a llamar Lucía.

Durante una semana estuve oyendo tus lamentaciones que, a modo de contrapunto, acompañaban la melodía inquietante de una orquesta formada por monitores cardiovasculares, medidores de oxígeno, drenajes, sondas pleurales y respiradores. De vez en cuando, en el estribillo de la noche, el goteo de un suero, marcaba el pulso.

Tu voz, Lucía, era firme y radiante. Me sorprendió, mostrabas una energía inusual a pesar de tu edad y de tu estado. En el tiempo en que estuve consciente, no recibiste visitas. Solo el dolor y tus súplicas, pidiendo medicación o algo que beber, resquebrajaban el tono afanado que mostraste en otras ocasiones. Quizás, simplemente, necesitabas acabar con tanta soledad. Te escuché cuando comentaste «no me queda nadie».

Lucía, me contaste que te habías jubilado hacía más de treinta años. Que habías sido maestra; «de las primeras de Educación Infantil», recalcaste. Que no quisiste jubilarte a los sesenta, aunque tenías suficientes cursos de servicio. Que apuraste hasta el final: más de cuarenta años en un aula, dijiste.

Yo hice un cálculo rápido: como mínimo, ochocientos niños y niñas aprendieron contigo.

Yo no te lo quise decir en ese momento, no me parecía lo más apropiado y tampoco soy de los valientes, —ya me empiezas a conocer—, pero aquella sinfonía olía a réquiem y sonaba a gladiolos y claveles. Uno aprende a descifrar los murmullos y miradas del personal sanitario. Y la letra de aquella canción ya estaba escrita y te la dedicaban a ti.

Desde que te dejé en aquel hospital, he querido dibujar tú rostro, Lucía. Te he imaginado en el aula, corriendo detrás de algún alumno y preguntándote al final de cada curso que qué habías hecho para merecerte tanto.

Nadie que no quiera merece morir sola. Y tú no querías. Así que deseo pensar que un chiquillo, de esos ochocientos, te acompañó hasta el último momento, tomando tu mano con decisión, pero sin ejercer ninguna presión, igual que hiciste tú, hace treinta y ocho años atrás, el día que él fue por primera vez al cole, llorando desconsoladamente.

Ya te habrás dado cuenta que aquí nos olvidamos pronto de las heroínas: las enterramos a aplausos. Así que tampoco te preocupes. Todo se andará.

¿Sabes por qué te llamo Lucía? Porque significa dos cosas: «luz» y también «la que nació con la primera luz del día». Ambas acepciones me parecen más que adecuadas, dadas las circunstancias que estamos viviendo. Tú has sido luz y sigues naciendo, con la primera luz del día, cada vez que Mapi, Érika, Alicia, Yazmina, Luli, Rosi, Juana, Mª Nieves, Ana, Verónica, Fátima, Laura, Arminda, Orbe, Mónica, Noelia, Raquel, Rosa Delia, Luz Marina, Inma, Sandra, Lourdes, Hau, Mª del Mar, Marifa, Mayte o Ana, abren la puerta de su aula y reciben con una sonrisa a setecientos noventa y nueve alumnos y alumnas.

Seguro que ellas, también como yo, creen que nadie que no quiera merece morir sola.

 


Imagen de cabecera por William Krause on Unsplash

 

24 oct 2020

«El Tayero» de Pepa Aurora


Según la Academia Canaria de la Lengua, el «mueble u obra de mampostería donde se coloca la talla o el bernegal y generalmente una piedra para destilar el agua», es un tallero. (El «Gran Diccionario del Habla Canaria», de Alfonso ÓShanahan, publicado en 1995 por el Gobierno de Canarias y el C.C.P.C., recoge la acepción «tayero», con y).

En 1987, Pepa Aurora publicaba, coordinaba y escribía el proyecto «El Tayero» con el objetivo, entre otros, de «cultivar la estética del lenguaje» y «acercar al niño —y a la niña—, a su entorno más cercano».

Hace unos días la autora de Gran Canaria, la mujer del sur, la que jugó con las lagartijas en el barranco, la que narró historias de coquitos en Ingenio, la que vivió con las ardillas en Fuerteventura, la hacendosa recuperadora de leyendas y relatos, la que cuenta cuentos y su voz te deja lelo, la que me llamó «chinijo» y me hizo sonreír, la maestra, recibe el premio del Cabildo Insular, con el «Can de Plata a las Artes».

El reconocimiento merecido y tardío a Pepa Aurora es el reconocimiento a la literatura que leen los niños y las niñas que se escribe y edita en Canarias. Es la valoración de la literatura con mayúsculas, producida con sentido y belleza, con delicadeza y pasión, con esfuerzo y dedicación, con cuidado y esmero.

Para escribir literatura infantil y juvenil hay que ser muy honesta con una misma. Y Pepa Aurora lo es cada vez que defiende su habla, su manera de entender la vida y la cultura como espacio de encuentro y transformación y de la educación como medio para llegar al encuentro con la vida.

El tayero destila el agua para que pueda ser consumida. Es lo que nos ha sucedido a muchos de los lectores de los libros de Pepa Aurora: todo queda más claro después, cuando el alma rezuma las páginas de un libro y nace la literatura.

Gracias Pepa.

18 oct 2020

El peligro de comprar libros a tus hijos

A muchos padres y madres les entran unas ganas irrefutables de realizar actividades nuevas con sus hijos e hijas, como por ejemplo llevarle a comprar un libro. Llegado el caso, si culmina la idea, no lo haga de golpe, pues su hijo creerá que está realmente enfermo. Puede aducir lo que desee, pero de verdad, tómeselo con calma.

Primero. Explíquele a su hijo lo que van a hacer. Básicamente se trata de entregar una cantidad de dinero por un objeto realizado con una amasijo de fibras vegetales prensadas, en las que se han podido imprimir dibujos (utilizar el término «ilustraciones» en un primer momento puede ser origen de un shock con severas consecuencias en la adultez de su progenitor) o muchas letras combinadas que, en ocasiones, en muchas más de las que se pueda imaginar, tiene un cierto sentido y nos narra un hecho real o ficticio.

Segundo. No se le ocurra decir expresiones del tipo «el libro es un objeto caro» o «papi y mami se van a gastar mucho dinero». Su vástago podría entrar en conflicto si compara el precio de un libro con lo que usted gastó en el último partido de liga o en probar la última hamburguesa de vaca engordada a base de polietileno, PVC, piensos de materia orgánica sin especificar y hormonas.

Tercero. Cuéntele a su descendiente que el objeto en cuestión requiere tiempo. Que no hay que mojarlo para que crezca de tamaño, ni conectarlo a ningún dispositivo, ni se maneja con un mando, ni se acciona con un dispositivo oculto en algunas de sus páginas. Cuéntele que hay que sentarse, que ya eso requiere un esfuerzo. Cuéntele que puede hacerlo sólo. Cuéntele que no precisa de instrucciones previas ni argumentos extravagantes ni asambleas de padres ni de una tutoría especial. Cuéntele que es así, simple.

Cuarto. Indíquele a su retoño que puede cerrarlo y abrirlo cuanto desee. No se preocupe, él no deducirá esta advertencia como una actitud libertina ni despreocupada por su parte; usted seguirá ejerciendo la responsabilidad que, como padre, le ha sido otorgada. Su retoño no pensará que lo abandona a su suerte. No creerá que nadie le dará las buenas noches ese día. Explíquele que, incluso, puede dejar de utilizarlo en un momento determinado. Usted tranquilo, él no entenderá esta posibilidad de decisión personal como una puerta abierta al pillaje, terrorismo o consumo de sustancias estupefacientes.

Quinto. Adviértale a su heredero que puede escoger el que quiera entre muchos.Que las librerías no son como los conos de papas, que aunque sean todas diferentes saben siempre igual. Y usted descuide, la posibilidad de elegir no va a afectarle a su sistema reproductor.

Sexto. Leer tiene efectos secundarios. Se han descrito degeneraciones importantes en el sistema límbico de los lectores, produciendo alteraciones que conducen a los sujetos hacia emociones placenteras como la alegría, el altruismo o la generosidad. Además, ocasiona un efecto muy peligroso contra el que no se conoce remedio alguno: la ilusión, que es la capacidad de dirigir los sentidos hacia nuestros anhelos más profundos.

Así que ya sabe padre, madre o tutor, hay actividades que pueden ser perjudiciales y debemos saber qué riesgo asumimos.

Dicho queda.

 


Imagen de cabecera de Annie Spratt on Unsplash

7 oct 2020

De dinosaurios a seres luminiscentes: así es el profesorado de la era COVID-19


Artículo de opinión publicado en el Diario de Gran Canaria, el 08/09/2020.

«Los que saben hacer las cosas, las hacen; los que no saben, enseñan a hacerlas; los que no saben enseñar, enseñan a los que enseñan, y los que no saben enseñar a los que enseñan, se meten en política» (Muriel Barbery, 2006)

Parece ser que los docentes no somos tan dinosaurios y hemos sobrevivido; volvemos y estamos dispuestos a seguir manteniendo la escuela en pie, conscientes de nuestra labor educativa y social. Pero la Consejería de Educación ha pasado de buscar fósiles de dinosaurios a enviar a seres luminosos.

La autoridad educativa acaba de descubrir una subespecie de maestros y maestras. Docentes capaces de todo. De convertirse en psicólogos y pedagogos, en ingenieros y arquitectos, en gestores de comedores y doctores en nutrición, en diligentes gestores de los recursos humanos, en trabajadores sociales preocupados y ocupados por los demás, en administradores de fincas, en fabulosos técnicos en prevención de riesgos laborales y doctores en evacuación de edificios públicos y, ahora, en expertos en Covid-19: los equipos directivos.

Hombres y mujeres amparados hasta los dientes con toda clase de equipos de protección individual y poderes desconocidos hasta ahora. Conforman una particular Liga de la Justicia, superhéroes y heroínas que, bajo de la tutela institucional y sindical, han creado The Canary Teachers Academy.

Algunos son capaces de detectar la temperatura de cualquier ser vivo a metros de distancia. Otros, como esos canes que huelen estupefacientes y diversas sustancias prohibidas, olfatean virus y toda clase de enfermedades, provocando incluso aullidos y movimientos compulsivos alrededor del infectado.

Sé de algún miembro de algún equipo directivo que es capaz de visualizar las ondas de banda ancha que configuran las redes wifi y detectar errores, fugas y ataques al sistema informático, incluso antes de que se produzcan. Pueden, además, servir como repetidores de la señal, amplificándola por encima del estándar 802.11b. Sé, a ciencia cierta, que las grandes operadoras de telefonía y comunicación se están interesando por estos sujetos y ya se han puesto en contacto, a través de una incidencia, con la Consejería de Educación. Fuentes militares consultadas siguen también estas extrañas anomalías humanas, por si fuese necesario incorporarlas al servicio activo en algún momento.

Conozco a otros y otras que son capaces de traspasar con su mirada objetos sólidos, detectar fugas de aguas, intrusos indeseados, problemas estructurares… Los hay que tienen el poder de la bilocación, pudiendo estar en un aula resolviendo un conflicto, atendiendo al proveedor de geles hidroalcohólicos y hablando por teléfono a la vez.

¿Quién adivinó que, a siete días de las vacaciones oficiales, la Consejería de Educación divulgaría un protocolo a casi un mes y medio de empezar un curso escolar? ¿Quién supo de antemano que una vez empezado el curso surgirían planes de contingencias? ¿Quién conocía la existencia de un documento de más de cien páginas que se publicaría en medio del inicio de curso para prevenir el contagio de la enfermedad? Estos hombres y mujeres son todos clarividentes sin baraja, sin velas y sin cábalas. Demuestran un poder mental desmesurado, capaces de anticiparse a todo lo que llega.

No duermen. No comen. Viajan en el tiempo. Son diferentes, increíblemente fuertes y astutos, sigilosos y diligentes. Sabios y sabias. Controlan diferentes artes marciales, descodifican códigos ocultos en las cartas institucionales y dominan una decena de idiomas y las artes del protocolo, el C++, C#, Perl, Java, JavaScript e incluso el Haskell y ML.

Sus colegios son más grandes por dentro que por fuera. La materia se rinde y derrite ante ellos.

Pues siento decepciónales. No existen.

La gran mayoría son gente normal, con una alta dosis de locura y vocación, de pasión por la educación y compromiso social. Algunas tienen hijos e hijas y otros, parejas e incluso familiares octogenarios que también están a su cargo. Enferman, lloran, sonríen y se divierten. Se sienten solos y abandonados, pero también protegidos y acompañados por tantos compañeros y compañeras que comparten un disparate compulsivo por la escuela, más conocido como amor, que conforman grupos de convivencia estables que algunos llaman claustros y/o familia.

De poderes psíquicos nada. No tienen capa ni van pijama por las calles saltando de ventana en ventana, ni vuelan, ni se vuelven invisibles, aunque los traten como tal.

Son los equipos directivos, los nuevos iluminados, el guión perfecto para el programa «Crónicas de San Borondón» o el argumento ideal para el nuevo libro de Iker Jiménez.

9 abr 2020

Diccionario de palabras prohibidas: Ojalá.

Ojalá.

Silvio Rodríguez compuso «Ojalá» en 1969, aunque aparecería en su álbum «Al final de este viaje» (1978). Se la dedicó, según cuenta el cantautor, a su primer gran amor. Por cierto, recomiendo escuchar las versiones del Ismael Serrano, Nahuel Pennisi o la interpretada por la «La Maravillosa Orquesta del Alcohol». «Ojalá que llueva café» (1988) de Juan Luis Guerra y los 4.40, que apareció en un disco que se llamaba igual que el tema, y que se convirtió en un himno a las esperanza y anhelos de un pueblo que buscaba, y busca, una mejora económica y social. Chavela Vargas interpretó el tema de su amigo «Ojalá que te vaya bonito» si no me equivoco en 1994. Hay varias versiones, pero como la de la gran dama Chavela, no he escuchado ninguna. El músico sevillano Beret, canta «Ojalá», de su álbum «Prisma» (2019), una canción que invita a ser fiel a uno mismo.

Ojalá es una interjección o exclamación. La RAE tiene una sola acepción para ella: «Denota vivo deseo de que suceda algo.» Alex Grijelmo, en su libro «La gramática descomplicada», define las exclamaciones como unos granos que le salen a la frase. Me parece muy oportuno. Son unas palabras anárquicas, tienen significado en sí misma, no concuerdan con ningún otro elemento de la oración y aparecen cuando les da la gana, como un grano.

Ojalá es una palabra que llevo años intentando domar. Es esquiva y pícara. Nos posiciona ante los deseos e ilusiones, pero también nos llena la mochila de pesados recuerdos: cosas que no pudimos hacer, proyectos que no acabamos, cuerpos que no besamos o emociones que relegamos para un futuro que casi nunca llegan.

Ojalá en un traspiés cotidiano, en una traba que nos enseñaron para estar continuamente deseando un paraíso perfecto pero inacabado. Nos lo enseñaron y la aprendimos para conformarnos. Para evitar revoluciones. Para que tengamos miedo. Para que estemos en silencio y así podernos pelear con nosotros mismos sin salpicar a nadie.

Ojalá no acompaña al presente. O se lamenta del pasado o se refugia en el futuro. Y somos tan orgullosos como especie, que creemos que podemos dominar el tiempo que pasó o prever el que aún no ha llegado.

Ojalá seamos capaces de encontrar ese equilibro entre los sueños y la frustración. ¡Vaya! La he vuelto a utilizar. ¿Qué les dije? Se mete por todos lados…

4 abr 2020

Paleontología educativa. Incluye respuesta enviada desde el Gabinete de Comunicación.

No suelo utilizar las redes para contestar o vociferar. Lo evito a toda costa. Lo que me gusta es compartir cuentos e historias relacionadas con la literatura. Por cierto, esta tarde tendremos un cuento nuevo… Lo que tengo que decir lo digo personalmente cuando tengo la oportunidad para hacerlo. Pero como usted ha hecho estas declaraciones públicas, me gustaría responderle también de la manera más publica que yo tengo. Y por supuesto, no es desde el enfado, ni desde la discordia. Si lo desea, usted o su equipo sabe cómo localizarme y estoy encantado en trasmitirles propuestas concretas. Como director de un centro público, ya saben en dónde buscarme.

Quizás no es el momento de utilizar ciertos calificativos. Quizás hay ciertas comparaciones que no son del todo acertadas ahora. Yo buceaba, pero jamás se me ocurrió enseñarle a alguien hacerlo, a pesar de mi entusiasmo, mis ganas y que poseyera un equipo «a la última». Eso estaba reservado para los mejores y los que tuviesen más experiencias. A lo mejor, digo yo, tal vez ser un «dinosaurio» es intentar enseñarnos a bucear sin ser buceador o creyéndose que lo es. A lo mejor ser un «dinosaurio» es enviar unas instrucciones a las 15:00, un viernes. A lo mejor, y todo bajo mi ignorancia y desconocimiento de toda la realidad, ser un «dinosaurio» es tratar a todas las enseñanzas por igual, como si dar clases en Educación Infantil sea lo mismo que impartirlas en la Universidad. A lo mejor «dinosaurio» es darle mucha importancia a los «trámites burocráticos», a los informes y no sé qué papeles más en estos momentos, cuando lo que nos preocupan es la salud de nuestro pueblo y el bienestar emocional de nuestro alumnado, familias, vecinos, compañeros, amigos y familiares, y cómo nos va a afectar esta crisis a todos cuando acabe, porque acabará. A lo mejor es de otra época el desconcierto al que hemos estado sometido la comunidad escolar es este tiempo sin saber quién tenía el liderazgo de esta ESCUELA.

Quizás, a lo mejor, sea de la época de los dinosaurios que un 61% del alumnado de mi centro se conecte con un móvil, o que el 21% utilice redes 3G/4G para hacerlo, o que nunca, nunca, nunca, hayamos recibido una partida extraordinaria para tener los equipos al día en los centros escolares y que el dinero de mantenimiento de los mismos tenga que salir del mismo cajón con la que compramos el tan preciado, hoy en día, papel higiénico. A lo mejor veinticuatro equipos que están arrimados porque están obsoletos, los hubiera tenido al día, y se podían haber prestado, a ese 61% de alumnos y alumnas que intentan seguir las tareas a través de una pantalla de un móvil. Pero eso es ahora ciencia ficción.

Esto es nuevo para todos. Estamos aprendiendo día a día. Lo que a mí me ayuda es, por ejemplo, el amor de mis familiares y de mi pareja, un mensaje de calma y ánimo de mi inspector, el abrazo (imaginario, claro) de mis compañeros y compañeras a diario, las palabras de aliento de mis alumnos y alumnas, los esfuerzos de los compañeros y compañeras por seguir construyendo entre todos comunidad escolar y seguir dándole valor a la palabra ESCUELA, el constante apoyo y entusiasta de las familias, los compañeros y compañeras de otros equipos directivos, el apoyo de los compañeros de los CEP… todo esto, y más, conforman unas INSTRUCCIONES REALES y constantes, efectivas, sin victimismos y realistas.

Luego cuando venzamos a este virus que me está poniendo a prueba a diario, ya tendrá tiempo de localizar y señalar a los dinosaurios, que haberlos los hay, aquí y todos los lugares. Seguro que usted conoce a algunos y comparte mesa, mantel y carnet con ellos. A lo mejor, el dinosaurio soy yo, ¡vaya usted a saber!

Yo quiero ofrecerme. Soy el director del CEIP San Lorenzo, un colegio entrañable y pequeño, al que llegué llorando y cuando me vaya me iré de la misma manera. Y me gustaría que contara con nosotros, con los directores y directoras, que estamos hablando con las familias, intentado llegar a nuestro alumnado, animando a nuestros claustros. Nosotros cumpliremos con sus instrucciones, porque somos disciplinados y respetamos nuestro trabajo, pero no somos ilusos ni tenemos ningún complejo. Cuente con nosotros y con nosotras, no se imagina la cantidad de profesionales buenos que hay. Las grandes ideas que están surgiendo a diario. La superación de muchos por hacer algo que jamás han hecho. No nos dé la espalda. Cuente con nosotros y nosotras.

Aquí hay mucha gente que se está jugando su salud en los hospitales, en los supermercados, en las calles… Gente que se siente sola, que está en sus casa solos, que viven y duermen con sus peores enemigos, gente que está rumiando en sus casas cómo reinventarse cuando todo pase, gente enferma que tiene miedo de ir a un hospital, familias separadas, familias sin trabajo… y nosotros LA ESCUELA, los que amamos esta maravillosa y extraordinaria profesión, sabemos la responsabilidad que tenemos, ahora más que nunca.

Vamos a poner en valor lo que estamos haciendo, que ya habrá tiempo de dedicarnos a la paleontología y, entre todos y todas, con más DIÁLOGO que nunca, hacer que nuestra ESCUELA, sea la mejor que podamos tener, por el bien de todos y todas.

Si no le importa, voy a grabar el cuento de hoy, que sé que lo están esperando…


Respuesta enviada por la Oficina de Relaciones con los Medios de Comunicación Consejería de Educación, Universidades, Cultura y Deportes. Gobierno de Canarias».

«Estimado Daniel.

Mi nombre es Sonnia Chinea, soy la jefa del área de Comunicación y Relaciones con los medios de la Consejería de Educación, Universidades, Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias. Le escribo porque he tenido la oportunidad de acceder a su blog y a una entrada en Facebook donde recoge la impresión de pantalla de un post publicado por la Cadena Cope que ha generado comentarios de todo tipo, algunos atacando a la actual titular de este departamento, María José Guerra Palmero, que me veo en la obligación de aclarar.

Usted no tiene por qué saberlo, pero el contenido de la publicación que se ha viralizado en ese pantallazo que adjunta a un texto con su firma, es rotundamente falso. Hay dos titulares y ninguno se corresponde con las declaraciones realizadas por la consejera el pasado viernes en una entrevista concedida a esta emisora.

Tal es así que, si usted acude a la página de Facebook de Cope Canarias ahora a buscar ese mismo post, no lo encontrará porque han rectificado reelaborando el contenido. Y a petición de esta que le escribe, este lunes, 6 de abril, se realizará -a partir de las 7,15h- y en la misma emisora, otra entrevista a la consejera con la intención de que, tanto el entrevistador como la Sra. Guerra Palmero, puedan explicar este desaguisado y que tenga esta última la posibilidad de aclarar los términos en que los que se pronunció.

Tenemos el sonido de esa entrevista, pero convendrá conmigo que a estas alturas, parece imposible parar un fenómeno que tiene como base de propagación un post con un contenido que es una imagen fija que, para decirlo abierta y francamente, es una información falsa.

La consejera en ningún momento dio por terminadas las clases, entre otras cosas, porque no se ha tomado esa decisión y en segundo lugar, tampoco llamó «dinosaurios» a aquellos compañeros y compañeras (ella también es docente) que no estuviesen al día con las nuevas tecnologías. Habló del asunto en el marco de las universidades (no del resto de niveles educativos) y siempre desde la perspectiva de que, de ser así, de existir alguien sin las destrezas digitales necesarias, sería algo anecdótico.

Lo que ocurrió es muy simple: el periodista tituló, de forma tremendamente sesgada, dos informaciones que están generando un daño francamente innecesario. De ahí la petición de rectificación a la cadena.

Se lo traslado para que sepa cuál es la situación dado que su post en las redes sociales o su entrada en el blog ha generado decenas de reacciones y para que, si lo tiene a bien, haga las apreciaciones que estime conveniente. Soy conocedora de que, obviamente, no podía usted estar al tanto de estas cuitas mediáticas, pero en un tiempo que nos exige a todos y todas responsabilidad y sosiego en las intervenciones o gestiones que realizamos, le solicito amablemente, ahora que conoce lo ocurrido, que aclare la situación que ha provocado un texto que, por toda fuente, tiene un contenido falso publicado por un medio de comunicación. Le paso el enlace de la información ya modificada de la Cadena Cope en su perfil de Facebook para que haga las comprobaciones que estime.

Sin otro particular, quiero agradecerle la atención prestada. Me tiene a su disposición para cualquier consulta o dato que necesite aclarar o ampliar.

https://www.cope.es/emisoras/canarias/santa-cruz-de-tenerife/tenerife/noticias/opcion-alargar-curso-hasta-julio-queda-descartada-20200403_668029?fbclid=IwAR1Q1h6Z2H0gQGSfPwW9uLBPjjY5p9xdWvNwl1vM2I0KBNAtwuG4ze3Z9BM

Un saludo cordial.

 

24 ago 2019

Ojalá no vuelen más por aquí...


Lo que ayer se vivió en la playa de Las Canteras forma parte de nuestra manera de entender la vida. Los canarios somos así. También los hay toletes como en todos lados. A mi me ha emocionado muchísimo. Aunque no me ha sorprendido. Por eso me siento tan orgulloso de la gente que me rodea.

Pero la solidaridad no implica mirar para otro lado. Ni olvidar.

Cuando esto acabe definitivamente, lo lógico sería que los que estuvieron nos expliquen qué grado de responsabilidad tiene el modelo económico propuesto, durante tantos años, en el desastre acaecido. Y los que están, además de explicarnos de qué verde va a pintar la UNESCO la tierra calcinada, si se han puestos los medios preventivos adecuados y si los recursos son los correctos. Alguien debería de explicarnos que qué hubiera sucedido si no hubieran cerrado el puesto de bomberos de Tejeda, por ejemplo. Y si los afectados van a tener que sufrir, además, a los burócratas para recibir las ayudas. Si algo no aprendemos, si algo no cambiamos, si nadie pide perdón… no guardes la camisa verde, porque me temo que esta no será la última cadena de agradecimiento que tengamos que hacer.

Cuando nos digan de ir a plantar, yo no tengo ninguna duda de la respuesta del pueblo. Atentos a la maniobra de despiste. No podemos caer en el riesgo de suponer que la responsabilidad es solo nuestra, de la gente de a pié. Aquí TODOS jugamos la partida, aunque en ocasiones las fichas las muevan unos pocos y esos pocos jueguen en la parte del tablero que no arderá nunca.

Y si detrás de todo de esto no hay ningún loco ni malvado al que echarle la culpa, ¿quién es el responsable?, ¿en qué nos equivocamos?, ¿qué no hicimos bien?

Y llegará el momento de la foto. Nadie se la quiere sacar al lado de un tronco quemado. Pero todos querrán una junto a un niño plantando su arbolito. Ojalá me equivoque, como tantas veces me sucede… Ya veremos qué ocurre antes de la próximas navidades.

Este verano los héroes no son de película ni de series. Son de verdad. Tendrán hijos, problemas y facturas que pagar como muchos de nosotros. Pero ellos se juegan sus pestañas para que podamos seguir disfrutando de nuestros hijos, resolviendo nuestros problemas o pagando facturas, vamos, viviendo. Gracias de corazón y ojalá no vuelvan más por aquí, salvo para disfrutar de una romería, una paseo por Tamadaba sin fuego o un vinito de la casa junto a los amigos.

5 ago 2019

«La familia F, en el Museo Elder» y el fin de los estereotipos.

La LIJ está repleta de estereotipos. Ha servido para transmitir imágenes estructuradas y aceptadas por la mayoría de las personas como representativas de un determinado colectivo. En los últimos años han aparecido muchas publicaciones que han querido presentar una literatura y unas historias alejadas de moldes sociales y comportamientos predeterminados. Pero se ha caído en un determinismo literario que convierte a la obra en algo predecible, sin sorpresa ni imaginación.

Eso no ocurrió cuando leí por primera vez «La Familia F en el museo Elder».

  • Es un libro publicado por Bilenio, escrito por Daniel Martín Castellano e ilustrado por Lourdes Navarro. La historia se aleja de cualquier convencionalismo y rompe los estereotipos de manera sutil y sin que casi te des cuenta. No hay nada forzado y cuando terminas de leerlo sus personajes son tan creíbles que no te has percatado de que:
  • La madre es jefa en una empresa de fontanería.
  • El padre trabaja maquillando cadáveres en una funeraria y le encanta cocinar.
  • A la abuela le gusta la fotografía y es una forense aficionada. Además, sale a las dos de la mañana a buscar a su familia y se pone a caminar ella sola porque a esa hora, desde el pueblo, no sale ningún transporte público.
  • El niño pequeño es sensible, tímido y juega en el mismo equipo de fútbol sala que su hermana. Que por cierto, es la líder y una mujer con una fuerza interior increíble.

En este libro, nada es lo parece y todo sucede sin que parezca nada.

La literatura infantil es sólo eso: literatura, un arte donde las palabras se combinan con belleza. Quizás deberíamos de dejar de preguntarnos para qué sirve, qué sentido tiene o qué intenciones oculta. Quizás los escritores, lo que deberían hacer es escribir, sin más, provocar a quien quiera dejarse hacerlo. El simple hecho de buscar una intencionalidad, de dirigir al lector como si fuera una marioneta, es una manera de perpetuar aquellos estereotipos de los que huimos. Todo debería de pasar con naturalidad y dejar que ocurra sin que esperemos nada.

Por eso me sorprendió tanto «La Familia F en el Museo Elder», porque parece que no ocurre nada, pero pasa de todo. Y si como lector no te das cuenta, solo has disfrutado de la historia, nadie te va a recriminar nada.

Verónica García Melgar
Editora de Bilenio publicaciones

23 jul 2016

¿Quién hace los libros?

Captura de pantalla 2016-07-22 a las 9.18.13Producir cultura es una inversión que los creadores tienen que recuperar para que puedan, como mínimo, seguir desarrollando su arte. Lo peor es la banalización del producto por parte de un gran sector de la sociedad. Yo me he encontrando con docentes que han fotocopiado alguno de mis libros para su alumnado y te lo cuentan como un triunfo. O a padres diciendo a sus hijos “los libros son caros”, para luego gastarse 18€ en golosinas antes de entrar en una sala de cine.

Una vez, no hace mucho tiempo, una amiga me hacía una reflexión que comparto. Opinaba que las redes sociales han sido un escaparate muy interesante para los creadores, pero que en cierta medida, le quitaba importancia al proceso. Y le doy la razón. Cuando vemos una fotografía no nos paramos a pensar, generalmente, en las horas que ha llevado, en el proceso de edición, de selección… Cuando alguien dice que ha publicado un libro o contado un cuento, no solemos pensar las horas que ha llevado producir ese “producto”. Cuando disfrutamos de un corto de animación que nos emociona, no se nos pasa por la cabeza el tiempo que ha llevado realizarlo. Creo que el equipo del sello Alargalavida (Bilenio Publicaciones) intenta aportar su reflexión con el vídeo «¿Quién hace los libros?».

Si la educación y la cultura es cara, ni te cuento lo que supone la ignorancia.

¿Quién hace los libros? from Alargalavida on Vimeo.