En nuestro mundo, al que calificamos con el eufemismo de civilizado o primer mundo, consentimos otros tipos de maltratos. Save the Children nos recuerda que la tasa de riesgo de exclusión social y pobreza de la infancia en el Estado español se sitúa en el 28,3 %, más de 2,2 millones de niños —los mismos habitantes que el Archipiélago Canario—. Aldeas Infantiles eleva la cifra al 33 %. Para entendernos, uno de cada tres niños en España está en riesgo. Significa que uno de cada tres niños están mal alimentados o pasan frío por las noches o lo tendrán más difícil para acabar la formación que les hará acceder al mercado laboral o son maltratados y abandonados física o emocionalmente.
Hay decisiones que se toman desde las instituciones que denigran a la infancia y que agrandan las diferencias entre los que han nacido en una familia con una renta por debajo de la media y otra que se puede permitir algunos lujos; un tipo de violencia contra la infancia oscura y sibilina, porque normaliza circunstancias que determinan la vida de miles de niños, de los adultos que serán y, por lo tanto, de todos nosotros. Determinaciones que provocan situaciones que dejan a los menores más desfavorecidos con menos oportunidades; como por ejemplo el abandono de la Educación Infantil de 0 a 3 años, las listas de espera en la sanidad pública en la psiquiatría o psicología infantil, las dificultades de acceso a la oferta cultural o la permanencia en instalaciones educativas deficientes.
Los cocodrilos se siguen comiendo a los niños.
(Artículo publicado en La Provincia)